Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

25.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (41)



CAPÍTULO 4.
Se explica cómo el alma también ha de estar a oscuras, en cuanto es de su parte, para ser guiada adecuadamente por la fe a la suma contemplación.


1. Creo se va ya dando a entender algo sobre cómo la fe es oscura noche para el alma, y cómo también el alma ha de ser oscura o estar a oscuras de su luz para que de la fe se deje guiar a este grado de unión tan elevado. Pero para que sepa hacer eso el alma convendrá ahora ir explicando esta oscuridad que ha de tener dicha alma de forma más concienzuda, con el fin de poder entrar en este abismo de la fe. Y así, en este capítulo hablaré en general de este estado y oscuridad y más adelante, con el favor divino, iré diciendo de manera más pormenorizada el modo que se ha de tener para no errar transitando en esta oscuridad ni tener impedimento para guiarnos en ella.

2. Digo, pues, que el alma, para guiarse bien por la fe a este estado, no sólo se ha de quedar a oscuras según aquella parte que tiene respecto a las criaturas y a lo temporal, que es la sensitiva e inferior, de la cual ya hemos tratado, sino que también se ha de cegar y oscurecer según la parte que tiene respecto a Dios y a lo espiritual, que es la racional y superior, de la que ahora estamos tratando. Porque, para venir un alma a llegar a la transformación sobrenatural, es evidente que ha de oscurecerse y trasponerse a todo lo que contiene su ser natural, que es sensitivo y racional, porque sobrenatural quiere decir precisamente eso: que sube sobre el natural, por lo tanto el natural abajo queda.
Porque, como quiera que esta transformación y unión es cosa que no puede caer en sentido y habilidad humana, ha de vaciarse de todo lo que puede darse en ese aspecto voluntaria y directamente, ahora sea de arriba, ahora de abajo, según el afecto, digo, y voluntad, en cuanto sea de su parte porque a Dios, ¿quien le quitará que Él no haga lo que quisiere en el alma resignada, aniquilada y desnuda?
Pero de todo se ha de vaciar en lo que pueda tener que ver con su capacidad de manera que, aunque más cosas sobrenaturales vaya teniendo, siempre se ha de quedar como desnuda de ellas y a oscuras, así como el ciego, arrimándose a la fe oscura, tomándola por guía y luz, y no arrimándose a cosa de las que entiende, gusta y siente e imagina. Porque todo lo material y sensitivo es tiniebla, que la hará errar, y la fe está por encima de todo entender y gustar y sentir e imaginar. Y si en esto no se ciega, quedándose a oscuras totalmente, no viene a lo que es más, que es lo que le enseñará la fe.

3. El ciego, si no es real y totalmente ciego, no se deja bien guiar del mozo o lazarillo, sino que, por un poco que logra ver se cree que por esa minudencia que sus ojos ven es mejor caminar, debido a que no ve otros sitios mejores, y así puede hacer errar al que le guía y al que ve más que él ya que, en fin, puede darle órdenes erradas a su lazarillo y acabar desviado. Y así el alma, si se fía en algún saber suyo o gustar o saber de Dios, como quiera que ello, aunque por más que sea en realidad viene a ser muy poco y disímil de lo que es Dios para ir por este camino, fácilmente yerra o se detiene, por no quererse quedar bien ciega en fe, que es su verdadera guía.

4. Porque eso quiso decir también san Pablo (Heb. 11, 6), cuando escribió: "Al que se va uniendo a Dios, le conveine que crea su ser". Como si dijera: el que se ha de venir a juntar en una unión con Dios no ha de ir entendiendo ni arrimándose a su gusto, ni al sentido, ni a la imaginación, sino creyendo con su ser, con la fe que no cae en entendimiento, ni apetito, ni imaginación, ni ningún otro sentido, ni en esta vida se puede saber, antes en ella lo más alto que se puede sentir y gustar, etc., de Dios, dista en infinita manera de Dios y del poseerle puramente. Isaías (54, 4) y san Pablo (1 Cor. 2, 9) dicen: "Lo que Dios tiene preparado para los que le aman, ni ojo jamás lo vio, ni oído lo oyó, ni cayó en corazón ni pensamiento de hombre". Pues, como quiera que el alma pretenda unirse por gracia perfectamente en esta vida con aquello que por gloria ha de estar unida en la otra (lo cual, como aquí dice san Pablo, no vio ojo, ni oyó oído, ni entendió corazón de hombre en carne) claro está que, para venir a unirse en esta vida con ello por gracia y por amor perfectamente, ha de ser a oscuras de todo cuanto puede entrar por el ojo, y de todo lo que se puede recibir con el oído, y se puede imaginar con la fantasía, y comprender y aprehender con el corazón, que aquí significa el alma.
Y así, enormemente se estorba una alma para venir a este alto estado de unión con Dios cuando se queda presa de algún entender, o sentir, o imaginar, o parecer, o voluntad, o modo suyo, o cualquiera otra cosa u obra propia, no sabiendose desasir y desnudar de todo ello. Porque, como decimos, a lo que se quiere dirigir es muy superior sobre todo eso, por más que piense que eso que siente o conoce sea lo más que se puede saber o gustar. Y por lo tanto, sobre todo se ha de pasar al no saber.








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