Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

8.4.21

Requisitos de los sufragios y oraciones por los difuntos. Testimonio



El "Colector de los ejemplos", título "De Confessione", ejemplo XXVIII, escribe cómo un hijo, compadeciéndose de las penas en que creía estar su padre, hiciese mucha oración por espacio de treinta y dos años por su alma, después de este tiempo se le apareció, y le dijo que se hallaba sufriendo gravísimos tormentos. Le preguntó el hijo si le habían aprovechado las oraciones y sufragios que había hecho por él, y le respondió que no. Replicó el hijo:

- ¿Según esto estáis condenado?

- No lo estoy - dijo el padre -, por la misericordia de Dios padezco en el Purgatorio.

- ¿Pues cómo? ¿No os han aliviado las oraciones que por tan largo tiempo he ofrecido al Señor por vos? - Interrumpió el hijo.

- Porque las has hecho - dijo el alma -, en pecado mortal.

Tornó el hijo a replicar:

- ¿Cómo puede ser eso, habiendo yo confesado y comulgado todos los años?

- Verdad es - terminó diciendo el padre -, que cumpliste siempre con el precepto pascual, pero todas tus confesiones fueron inválidas por falta de dolor verdadero y propósito de la enmienda. Trata de confesarte bien, y entonces me aprovecharán tus sufragios.

Lo hizo así el hijo, y enmendó su vida en otra muy santa y penitente, con lo cual a pocos días libertó el alma de su padre de aquel cautiverio, y se le apareció bañada de resplandores celestiales.




Hemos dicho que el pecador obstinado no merece que Dios le oiga, y es bien que completemos esta idea para ilustrar, siquiera sea con una muy breve y tosca pincelada, un punto de suyo tan interesante.

Decimos, pues, que cuando la petición que el pecador eleva a Dios es piadosa, o cuando la obra que ejecuta es moralmente buena, podemos esperar que Dios lo ha de atender y no lo dejará sin recompensa.

Oigamos lo que sobre esta cuestión siente el Ángel de las Escuelas: "Dos cosas se han de considerar en el pecador, a saber, la naturaleza humana que Dios ama, y el pecado que aborrece. La oración del pecador por la cual pide una cosa que tiene algún fondo de piedad, Dios la oye, aunque no de justicia, porque no lo merece, pero sí de misericordia; y si bien una tal oración no será meritoria, podrá no obstante ser impetratoria".

Luego, aun dado caso que los sufragios hechos por el que está en pecado mortal no fuesen satisfactorios para las almas del Purgatorio - lo cual no nos consta -, muy bien podemos creer que serán impetratorios, moviéndose Dios por su infinita clemencia y liberalidad a conceder lo que en ellos se le pida. No hay, pues, excusa que valga, tratándose de procurar alivio a las almas del Purgatorio; justos y pecadores, todos pueden y deben cooperar a esta obra de sublime piedad, y de acendrada y heroica caridad.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




| ClamoresDeUltratumba | | Purgatorio | | Consejos | | Enseñanzas |

No hay comentarios:

Publicar un comentario