Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

29.3.21

Orden que conviene guardar en la aplicación de los sufragios



Como punto de partida para dilucidar la presente cuestión, importa mucho clasificar el grado de pobreza que padecen las almas del Purgatorio, a fin de cotejarlo con los géneros de indigencia que puede haber en esta mortal vida.

A cuatro reducen algunos los grados de pobreza que suele experimentarse en este mundo:

-1.° El de los que carecen de bienes.

-2.° El de los que careciendo de bienes, contraen deudas.

- 3.° El de los que teniendo deudas, carecen de bienes y no pueden ganarlos.

- 4.° El de los que teniendo deudas, carecen de bienes y no pueden ganarlos ni tampoco pedirlos.




En este último grado raro será el pobre que se encuentre acá en la tierra, mientras que en él se hallan todas, absolutamente todas las almas del Purgatorio. Carecen de bienes para satisfacer por sus culpas. Son deudoras a la divina justicia. No pueden ganar nada o sea, merecer. Y según la providencia ordinaria, por sí mismas ni aún apenas pueden pedir. Con que siendo tan extrema su pobreza, el sufragarlas será la mayor misericordia, Supuesto lo dicho, y siendo indubitable que el emplearnos en hacer bien por las almas es una de las obras con la que más podemos merecer y agradar a Dios, veamos qué orden de preferencia nos convendrá guardar en la aplicación de los sufragios.

Para ilustrar este extremo, nada más adecuado que las razones alegadas por cierto Religioso muy espiritual, quien hablando consigo mismo formuló diferentes considerandos encaminados a la solución que buscaba.

La duda consistía en averiguar cuál de entre dos almas del Purgatorio debería ser preferida tratándose de aplicarle una indulgencia, si la más olvidada de todas, o la que estuviese más próxima para volar al cielo. La síntesis de su razonamiento era ésta: "no se puede dudar que siendo tan grande la necesidad del alma que tan abandonada de todos está entre los torbellinos de llamas, la misericordia pide que sea socorrida al punto y sin la menor dilación, y si no lo hago aplicándole indulgencias, parece que peco de insensible y cruel. Pero la caridad es una virtud de orden superior a la misericordia, en orden a la cual y habida consideración a la gloria que ha de reportar a Dios la inmediata entrada en la bienaventuranza del alma más próxima a salir de penas, me decido a aplicar las indulgencias a favor de esta última"; y como lo pensó así lo hizo.

Aplaudimos la elección. y con esto pasaremos a discutir otro caso que igualmente coadyuva a la inteligencia de esta materia. Supongamos que se trata de definir a cuál de estas otras dos almas deberemos dar la preferencia en los sufragios: si a la más necesitada o a la más santa. Respondemos desde luego que a la más santa. La razón es, por ser acto de mayor calidad y más agradable a Dios aplicar el sufragio por el alma más justa, ya porque sabrá glorificar mejor a la Majestad Divina, ya también porque podrá alcanzarnos mayores gracias ya, finalmente, porque por ventura será la única que tenga lo suficiente con nuestra buena obra para salir en el acto del Purgatorio.

Pero sobre todas estas almas y antes que de todas ellas, hemos de hacer memoria de aquellas con quienes tuviéremos alguna obligación de justicia, agradecimiento, piedad, caridad o lo que fuere, como los padres, parientes, amigos, bienhechores, superiores y maestros, sin olvidar por eso a los demás difuntos, porque a todos nos importa mucho el proporcionarles alivio.

En todo caso téngase siempre cuidado de que los sufragios no se distraigan por falta de aplicación, porque podrá suceder que aquella alma por quien los hacemos no tenga necesidad de ellos por haber entrado ya en la gloria, o no le sean de provecho por su estado de condenación, y así no la ayudará en manera alguna nuestra satisfacción, ni tampoco podrá socorrer a otra alguna porque no se la hemos aplicado.

En cuya atención y para que resulte todo a mayor gloria de Dios, bien de las almas y nuestro, será cosa muy acertada hacer la aplicación por un buen número de almas, no indeterminadamente y en confuso, sino en particular y con la distinción debida; primero por una, la que más nos interese, y en defecto de ésta, por otra y otra, hasta que la satisfacción no pueda perderse y por si acaso, en último término la aplicaremos por todas las almas del Purgatorio en general.

El hacer la aplicación por todas aquellas almas en común, aunque es práctica de suyo buena, pero hablando en general es más útil y conforme que esto se haga sólo subsidiariamente y en falta de otras, por si la satisfacción no aprovecha a las almas particulares a quienes hemos tenido intención de favorecer.

Como todo aquel que medita algún tanto en las obras de Dios no puede menos de formar un concepto altísimo de su misericordia, la cual por ser tan grande la pone el Rey profeta en plural, "Misericordias Domini", diremos que en lo poco que nosotros hemos ahondado en la contemplación del insondable abismo de la bondad del Omnipotente, nos basta esto para que creamos que en el Purgatorio habrá, no un corto número de almas, sino muchísimas purificándose de sus manchas para subir un día a entonar aquel cantar nuevo que ha de durar por los siglos sin fin, ensalzando en él las misericordias del Señor. Pues ahora bien: siendo casi innumerables las almas del Purgatorio, según nuestra opinión, distribuida la satisfacción entre todas ellas, vendrá a tocar una parte muy exigua a cada una; pero dándosela a una sola, muchas veces será suficiente para librarla de los tormentos, con lo que quedará aquella alma obligadísima a su bienhechor.

Mas esto no debe obstar para que de tanto en tanto hagamos también la aplicación por todas en general, pues muy bien podrá suceder que a alguna de las almas le reste muy poquita cosa para acabar de purificarse, lo cual donde hay tantas no ha de ser raro, y con la partecica de la indulgencia que le toque, volará al eterno descanso.

Finalmente teniendo en cuenta que la Santísima Virgen es Madre de las almas del Purgatorio en un grado de ternura y compasión que no nos es dado concebir, y que todas las gracias quiere Dios que pasen por sus benditas manos, conviene que después que hayamos formado intención de que nuestros sufragios sirvan de alivio a aquella o aquellas almas que deseamos favorecer, los pongamos desde luego a disposición de aquella gran Señora, a fin de que si fuere preciso rectifique nuestra intención.

Este es lo seguro y de prósperos resultados.

Resumen de lo dicho. El orden que conviene guardar en la aplicación de los sufragios es el siguiente:

-1.° Por aquellos que tengamos alguna obligación de justicia, caridad, gratitud, etc.

-2.° Por el alma del Purgatorio más agradable a Dios.

-3.° Por la que esté más próxima a subir al cielo.

Después podemos hacer memoria a nuestra elección del alma más atormentada, de la que haya de permanecer más tiempo en el Purgatorio, de la que estuviere más olvidada, y así de las demás, cuidando de substituir algunas más, a fin de que si el sufragio no aprovecha a la primera, pase de una en otra por su orden, y en último resultado que se distribuya entre todas en común.

Y terminaremos este Memento encomendando el sufragio a la Santísima Virgen, para que en todo caso enmiende nuestra intención según el beneplácito de Dios. Y sobre todo en comulgando o después de decir u oír la Santa Misa, humillémonos profundamente delante del Señor por haberse dignado venirnos a visitar, ponderando:

-1.º Los pecados de nuestra vida pasada, con nuestras actuales imperfecciones y criminal flojedad y tibieza.

-2.° De lo íntimo del corazón le daremos gracias por su caridad en venir a visitarnos; por su advenimiento a la tierra en carne pasible; por la institución del Santísimo Sacramento del altar, y todos los otros Sacramentos de la nueva ley, y

-3.º por su muerte benditísima, y por la redención que obró en los hombres sacándolos de la esclavitud de la culpa.

Pediremos a nuestro Señor Jesucristo la remisión de nuestros pecados en cuanto a la culpa y a la pena, y aumento en las virtudes de humildad, pobreza, castidad, obediencia, fe, esperanza, caridad, pureza de corazón y de intención, y la gracia de poder ser útiles a las almas del Purgatorio con nuestros sacrificios y oraciones.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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