El P. Alonso de Andrade, en su "Itinerario historial", poco más o menos dice: "Ruego a Dios Nuestro Señor, que engendre en tu alma afecto y devoción con las almas de los fieles difuntos, y que no se pase día que no les hagas algún bien orando, ayunando y comulgando; dando alguna limosna, oyendo o diciendo Misa por ellos, pues has visto los intereses tan grandes que granjean los que les hacen bien, los males de que los libran, las oraciones que hacen continuamente por ellos en el acatamiento de Dios, y las mercedes, así de bienes espirituales como de temporales, que les alcanzan, de que es testigo la experiencia. Pues no se ha conocido persona que se esmere en su devoción, que haya muerto pobre o menos afortunada, y a quien no haya hecho Dios grandes mercedes, y por ella a sus hijos y familia".
En la corte de Madrid hubo un noble letrado tan devoto de las almas del Purgatorio, que mandó decir en su vida por ellas más de doscientas mil Misas, y esto aparte de una gran suma de limosnas que repartió, y otras muchas buenas obras que hizo para ayudarlas. Y habiendo empezado con moderada hacienda dejó a sus hijos treinta mil ducados de renta, y vio su casa ennoblecida con hábitos, títulos y oficios honrosísimos, y llegó a noventa años de edad, alcanzando en su vida ver logrados sus nietos y biznietos hasta la cuarta generación, como se escribe en la sagrada historia del santo Job: "Ecce sic benedicetur homo, qui timet Dominum"; porque esta bendición llega al hombre que sabe temer a Dios y usar de caridad con sus prójimos que están cautivos en las penas del Purgatorio, alcanzándole las mismas almas larga vida y copiosa hacienda, porque la gastaba en hacerles bien, y así son interesadas en ello. Si quieres alcanzar esta bendición, y lo que más importa, la vida eterna, sigue su ejemplo y gasta el resto de tu vida en orar y hacer bien para ti mismo, porque lo uno harás a Dios Nuestro Señor un grandísimo servicio, y lo otro harás a tus prójimos la obra de mayor caridad que puedes ejercitar con ellos, y un acto de sumo merecimiento porque en él honrarás a Dios dando crédito a su fe, que enseña que hay otra vida y en ella Purgatorio, donde se purifican las almas de la escoria de sus culpas, y que hay cielo y gloria la cual, diligencias a tus prójimos, y que los unos fieles tenemos parte en las oraciones y buenas obras de los otros, como miembros de un mismo cuerpo.
Siendo devoto de las ánimas, merecerás auxilios especialísimos de Dios, y ganarás aquella bendición eterna que ha de dar su Majestad en el día del juicio a los que usaren de misericordia con sus prójimos dándoles de comer y beber, vistiéndolos cuando estaban desnudos, visitándolos encarcelados, y redimiéndolos cuando se hallaban cautivos. Pues como dice San Agustín, lo que lleva de valor el alma al cuerpo, lleva la caridad que se usa con las almas a la que se usa con los cuerpos, y más con almas tan santas que pasan luego a ver a Dios y a ser cortesanos de su gloria, ya que allí los ganarás por abogados, y los Angeles y Santos por amigos, con los compañeros que les has enviado. Y finalmente, no hay bien imaginado que no interesa en esta obra, para ti y para los tuyos.
Oye lo que dice Noemi, y por ella el Espíritu Santo: "Benedictus sit a Domino, quoniam eamdem gratiam quam praebuerat vivis, servavit et mortuis" ("Bendito sea él del Señor, pues la misma caridad que tuvo con los vivos, la ha conservado también con los muertos").
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