El emperador Ludovico II , después de treinta años de muerto, se apareció a su hijo, y le dijo: "Te conjuro por nuestro Señor Jesucristo, que me libres de estos tormentos que ahora padezco". Y sin embargo este Monarca obtuvo en el mundo el nombre de Pío, por sus costumbres. (Barón., tom. X, año 874).
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