En la Vida del P. Juan Fernández, de la Compañía de Jesús, varón de singular virtud, se lee que fue llevado su espíritu a un jardín muy delicioso, donde vio desde lejos un alma vestida de rayos del sol, con labores verdes. Pensó que era una cosa divina, fua hacia ella y con gran reverencia dijo: "Dime, Señor, ¿quién eres?"
- Soy - respondió -, un Hermano de la Compañía de Jesús.
Le dijo el padre:
- Gran gloria tienes.
Replicó el alma:
- ¡Ay que no tengo sino gran dolor! Y éste es mi Purgatorio, porque fui negligente en el amor de la Santísima Trinidad, con cuyo favor conservé la limpieza de mi carne, y así me abraso ahora en llamas de deseos.
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