Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

9.12.20

Los últimos momentos al fin de la vida



Al fin de la vida ha de procurar alentarse el enfermo a una fe y esperanza muy vivas, y a un fervoroso y encendido amor de Dios y gran dolor y arrepentimiento de sus pecados; todo lo demás ha de correr por cuenta del ministro del Señor, que con prudencia y sin cansar al moribundo, debe procurar refrescarle la memoria con santas consideraciones, alentarle contra las tentaciones, avivarle y despertarle si le viere flojo y remiso, consolarle si le viere abatido, y acudir a todo lo que viere que el enfermo se muestra acongojado, pues entonces la agravación de la enfermedad, los dolores que se avivan, las congojas de la muerte que ya entran, no dejan obrar al enfermo tan prontamente, sino es con especial gracia de Dios.

No tema al demonio, que le ha de acometer con sus negros tiros, y oponga siempre el valor y poder de la sangre de Cristo, con la cual venció al demonio y al mundo. Crea firmemente que no le faltará en aquella hora Cristo Señor nuestro. Invóquelo, lo mismo que a la Santísima Virgen, a San José, a San Miguel, a San Francisco y al santo Ángel de su guarda, así con los demás Santos que tenga especial devoción. Pésele de todo corazón de haber ofendido al Señor y pídale misericordia, diciendo: "Patientiam habe in me, et per sanguinem tuam omnia reddam tibi" ("Señor, ten paciencia sobre mi deuda, que con tu sangre te la pagaré toda").

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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