Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

7.12.20

El Santo Viático a la hora de la muerte



Lo primero es considerar que el Viático lo da la Iglesia por última Comunión, y que así en ella se despide el cristiano de Jesucristo Señor nuestro Sacramentado, a quien ya no ha de recibir más debajo de aquellas especies, sino con su vista gloriosa en el cielo. Lo segundo es que este Señor, que en forma gloriosa le ha de juzgar en el tribunal de su verdad, rigor y justicia, ahora le viene a su casa el mismo Juez disfrazado y oculto, para remediar su causa y prevenirle para que salga bien y en favor su última sentencia. Y lo primero es materia de grandísima ternura, viendo que es la última vez que recibe al Señor Sacramentado. Y lo segundo es de mucho aliento y confianza, viendo que su Juez se deja tanto rogar, y que se le viene a su misma casa, y le visita y consuela para serenarle sus temores, y darle paz verdadera en su alma.

Dile, alma mía, a tu Señor: "Esta, Dios mío, es la última Pascua en que hemos de comer este Cordero que murió por nuestros pecados; con anhelo he deseado celebrar esta Comunión antes que padezca y llegue la muerte. ¡Oh Fuente de la vida eterna! ¡Oh piélago de amor! ¡Oh abismo de todas las gracias! Ya es esta la última vez que os veré encerrado debajo de esos velos de especies y sombras de pan. En ti está Dios escondido; Dios, el Salvador de Israel. Señor, no soy yo digno de que Tú entres en mi pobre morada, pero con sola tu palabra quedará mi alma sana y perdonada. Pues, Señor, a tu vista y a tu presencia, ¿cómo has de permitir que muera yo y se condene mi alma? Sólo con que mi Señor me mire, estaré yo contento y entregado a su voluntad y servicio. Bien veo cuan riguroso juicio merece mi vida, pero de este juicio tan riguroso apelo yo, Señor, a éste, donde estáis Vos presente, Vos que sois el Señor de cielos y tierra".

Después, dicha la confesión, y pedido perdón a todos los presentes y ausentes, si hay alguna satisfacción que hacer en público, dígala, y brevemente rogando que le encomienden a Dios, como tan necesitado y pecador, reciba con mucha humildad y reconocimiento al Señor.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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