Regocijarse con Jesucristo de la felicidad infinita de Dios o de la Santísima Virgen; consolarse en los sufrimientos y aún en las imperfecciones y faltas con el pensamiento de que valemos tan poco; decir: "Dios es feliz..., Dios es Dios, esto basta para mi felicidad". Buscar complacencias, no ya en sí o en las alabanzas de los hombres, sino en la gloria infinita que cada Persona de la Santísima Trinidad da a las otras; alegrarse con Jesucristo intensa y largamente de la belleza de nuestro Padre Celestial, de su amabilidad, de su poder, de su sabiduría..., etc., gozarse verdaderamente de cada una de las divinas perfecciones, amándolas como si fuesen nuestras. |
(de Identificación con Jesucristo).