Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

19.5.19

Acción de gracias para después de la Comunión


Dulcísimo Señor Jesús, me he acercado a Vuestro altar. ¡Me habéis alimentado; Vuestra preciosa sangre ha corrido por mis venas!

¡Alma mía, reanima tu fe y tu amor! Habiendo descendido a tu corazón tu Dios, reposa en él como en un relicario precioso; es, por así decirlo, una misma cosa contigo.

Los Ángeles le rodean y le adoran temblando. ¡Oh!, adórale tú con ellos, desecha cualquier otro pensamiento, ofrece al dulcísimo Salvador Jesús todos los sentimientos que la fe más viva, la humildad más profunda, la caridad más ardiente pueden inspirar a un corazón verdaderamente humilde y reconocido.