Dios mío, soberano Juez de los hombres, que por una misericordia infinita no queréis la muerte del pecador, sino que con su penitencia evite Vuestros terribles juicios, yo me presento humildemente ante Vos para daros cuenta del estado de mi alma, y acusarme a Vuestros pies de las faltas tan numerosas que he cometido desde mi última confesión.
Dadme, Señor, Os suplico, las luces que necesito para conocerlas, y el valor necesario para detestarlas.
Oh María, concebida sin pecado, rogad por nosotros, que acudimos a Vos.
San José, santo Custodio mío, mis santos Patronos, santos Protectores, asistidme.
- Ahora nos examinamos la conciencia sobre las faltas cometidas por pensamiento, palabras, acciones y omisiones; detenerse particularmente en los pecados que cometemos con más frecuencia -.
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