Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

24.11.19

Mes de noviembre dedicado a las ánimas del Purgatorio. Día 24


- Ver días previos -.

Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.

Por la señal de la Santa Cruz...

OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.

Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.

También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.




DÍA 24 DE NOVIEMBRE: La sagrada comunión (II).
La Sagrada Comunión es uno de los medios más eficaces y poderosos para dar fortaleza a nuestras almas, vencer a los enemigos de ellas, que son el demonio, el mundo y la carne, y también para abreviar el tiempo y sacar las almas que están encerradas en la penosa cárcel del Purgatorio. Después de que el gran Profeta Elías comió y bebió de aquel pan y agua prodigiosos que le presentó el Ángel, cobró tanto vigor que tuvo fortaleza para andar cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte del Señor. También nosotros, si comulgamos dignamente, alcanzaremos la montaña santa de la gloria. Grandes son los deseos del buen Jesús de que cesen las penas del Purgatorio para que aquellas almas santas que están allí aprisionadas salgan pronto de aquella terrible cárcel para entrar en las delicias del paraíso celestial. Por eso nos invita a que con frecuencia nos acerquemos a la Sagrada Mesa para alimentarnos de su propia Carne y Sangre y que, como sufragio, ofrezcamos muchas Comuniones a fin de lograr prontamente la dicha de hacerles participantes de tan gran bien. El que comulga dignamente, recibe una prenda de infinito valor porque recibe al mismo Dios, al Cordero que borra los pecados del mundo; enciende nuestros corazones con un verdadero amor, nos conserva en la gracia santificante, nos enseña el verdadero camino del Cielo y, después de nuestra muerte, nos une en caridad a las almas salidas del Purgatorio y nos da la corona inmortal de la Gloria.

SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com