Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

23.11.19

Mes de noviembre dedicado a las ánimas del Purgatorio. Día 23


- Ver días previos -.

Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.

Por la señal de la Santa Cruz...

OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.

Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.

También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.




DÍA 23 DE NOVIEMBRE: La sagrada comunión.
Cuando vamos a comulgar dignamente, recibimos todas las riquezas de Jesús porque nos da su propio Cuerpo, su Sangre, su Alma, su Divinidad, su gracia, todos sus méritos infinitos y también su infinita Santidad. Siendo Dios Omnipotente, no puede darnos más de lo que nos dio, por que se dio a Sí mismo. ¿Qué es lo que obligó a Jesús a darnos este regalo tan grande y tan digno de ser apreciado? Sólo el amor, para conseguir nuestro corazón. Se revistió de carne humana para podernos dejar su Cuerpo y su Sangre, y de esta manera poderlo recibir en alimento y transformarnos en Él. ¿Qué más queremos de Jesús? Acerquémonos a Él y adorémosle con humildad; recibámoslo con fervor ya que es todo nuestro. ¿Qué obra podemos hacer más útil y más santa que comulgar dignamente y con frecuencia, ofreciendo la Sagrada Comunión en favor de las almas del Purgatorio? ¿Podemos, en este mundo, contraer un mérito más grande que cuando recibimos a Jesús? Este mérito tan grande es extraordinariamente agradable a Dios si lo aplicamos en favor de las almas del Purgatorio.

Cuando dignamente recibimos a Jesús, en aquel instante ganamos la voluntad de Dios, y si nuestra intención es que el mérito que contraemos en la Sagrada Comunión sirva para alivio de las almas del Purgatorio, Dios acepta este ofrecimiento y lo envía a las pobres almas que están padeciendo en aquella terrible cárcel. Comulgando devotamente hacemos dos bienes: uno para nosotros y otro para las almas.

SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com