Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

22.11.19

Mes de noviembre dedicado a las ánimas del Purgatorio. Día 22


- Ver días previos -.

Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.

Por la señal de la Santa Cruz...

OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.

Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.

También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.




DÍA 22 DE NOVIEMBRE: La utilidad de la sangre de Cristo para los vivos y para los difuntos.
De tal manera amó Dios al mundo que le dio a su Unigénito Hijo, para que todos los que creyeran en El, alcanzasen la vida eterna.

Jesús derramó toda su sangre en el madero santo de la cruz, para reconciliarnos con el Padre; para sacarnos de la esclavitud de Satanás, para romper las cadenas de nuestros pecados, para abrirnos las puertas del Cielo, y colocarnos en un trono de gloria. Meditemos, pues, el camino que nos enseña a cada uno el Hijo de Dios y que Él siguió para darnos ejemplo: sufrió pobreza, persecución, calumnias, blasfemias, bofetadas, azotes, corona de espinas, llagas y, finalmente, la muerte afrentosa en la cruz, desde la cual, para salvarnos, derramó toda su Sangre.

Cuánto hizo por nosotros el divino Redentor, el único Pastor bueno que guarda las ovejas racionales; pues para librarlas de la muerte eterna no regatea ningún sacrificio, hasta la muerte, derramando toda su sangre. La Sangre de Jesucristo tiene un lenguaje divino que no para hasta haber alcanzado de su Padre Celestial el perdón para los pecadores y para los mismos impíos que le clavaron en la cruz. ¡Oh, Amor sobre todo amor! Quien no ama a Jesús vive dentro de las tinieblas de la muerte. De las llagas de Cristo brotan las fuentes que riegan y llenan de alegrías la triunfante Iglesia del Cielo, la militante de la Tierra y la penante del Purgatorio. Aprovechémonos del precio de la Sangre redentora que, por el Santo Sacrificio de la Misa, se ofrece todos los días al Eterno Padre, y que por Ella libre a las almas del Purgatorio.

SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com