Vicios opuestos a las virtudes de correspondencia.
Desagrada a Dios la promesa infiel e imprudente. Qo. 5, 3.
La esperanza del ingrato se deshará como la escarcha del invierno. Sb. 16, 29.
Inconstancia
La Inconstancia es hija de la Disipación. Toda alma disipada, aunque la Gracia la toque y comience el camino de la virtud, no persevera en él.
La Inconstancia es el sello de las almas disipadas, las cuales son volubles o inestables en sus propósitos, indecisas y ligeras.
El hombre lleva en su ser la Inconstancia: nace amasado con ella. La Fijeza huye del hombre como su propia sombra. Sin embargo, la Disipación refina esta Inconstancia natural y empeora lo que es malo y debiera corregirse.
El alma con su trabajo debe vencer a la Inconstancia, poniendo de día y de noche cuantos medios estén a su alcance para conseguirlo, a fin de asegurar cuanto sea posible, la victoria sobre sí misma. El alma debe buscar el apoyo sobrenatural que soy Yo, Jesucristo, conociendo lo deleznable de sus propósitos y la suma debilidad de sus propias fuerzas. Debe además internarse por medio de la Meditación en el profundo conocimiento propio y desde el hondo abismo de su Inconstancia clamar a Mí, pidiendo misericordia.
La Disipación recrudece y acrecienta a la Inconstancia, y la Humildad y las humillaciones la debilitan.
La Inconstancia es el eco del corazón del hombre, el cual tan pronto desea una cosa como otra, y a veces las cosas que desea son tan opuestas, que si por un instante entrara dentro de sí mismo, sin duda que se avergonzaría aun delante de sus propios ojos.
El hombre es inconstante para el bien y aun para el mal, inconstante en sus afectos y en sus opiniones: lo que hoy ama, mañana aborrece, y sus deseos lo mismo que sus pensamientos y aspiraciones a cada paso cambian de color. ¿Sabes cuál es el único dique de la Inconstancia? Yo, el Eterno e Inamovible y único Bien. En Mí se estrella toda inconstancia e inquietud, porque Yo soy el Rey de la Paz. El alma que únicamente busca en Mí su apoyo encontrará el Reposo, la Tranquilidad, la Fijeza y el verdadero Descanso.
Uno de los espejos en que Satanás se refleja es en el de la Inconstancia, la cual perfectamente delinea su fisonomía con que tienta a las almas.
El vicio de la Inconstancia se ensancha y se da gusto en el campo espiritual. Satanás en este campo se goza en la volubilidad de las almas, a las cuales tiende constantes lazos para apartarlas de Mí. Satanás con la poderosa ayuda de la imaginación, revuelca a las almas, las envuelve y las hace retroceder de sus propósitos. ¡Oh maldita Inconstancia! ¡A cuántos prosélitos arrastra hacia su ruina, arrancándoles del camino de la santidad y de la perfección! Estas almas mil veces emprenden la práctica de las virtudes, y otras tantas la vuelven a dejar; ya corren presurosas a abrazarse de ellas y con la misma violencia les vuelven las espaldas, los falsos propósitos son el apoyo de la Inconstancia. Satanás con estos falsos propósitos, entretiene y satisface a las almas, haciendo que los quebranten con la misma rapidez con que los forjaron.
La Inconstancia, ¡cuánto y cuánto perjudica a las Religiones! La Inconstancia es en la Religión el mal de los males, porque en las mil dificultades que a cada paso se ofrecen, se necesita en toda su extensión la Constancia. Esta hermosa virtud es compañera de la Perseverancia. La Constancia no es lo mismo que la Perseverancia. La Constancia como que se aplica a cada paso de la vida y lleva consigo el sudor y el trabajo, mas la Perseverancia es como la corona de la Constancia; en cierta manera recoge los laureles de la misma.
Cuando las vocaciones no se apoyan únicamente en Mí, Satanás mucho trabaja contra ellas.
Las vocaciones son el campo favorito de la Inconstancia, y no sólo mientras viven en el mundo, sino aun en el mismo centro de las Religiones. A lo menos la tentación de la Inconstancia, tiende ahí sus redes y desgraciadamente hace grandes cosechas.
Mas fíjate: una cosa es Tentación y otra es Vicio. La Tentación es el escalón para llegar al Vicio y todos los vicios tienen un escuadrón de tentaciones; y este vicio de la Inconstancia lleva consigo multiplicadas tentaciones. ¡Ay del alma que se deje coger de las tentaciones y aun solamente se detenga a escucharlas!, porque en este punto de la vocación están perdidas. Las redes que sobre el particular tiende Satanás, con mil disfrazadas tentaciones cada una de las cuales parecen convincentes y llenas de Rectitud y Prudencia, son finísimas. Da el alerta sobre estas solapadas tentaciones que conducen a la Inconstancia, y a tantas almas arrancan de mis brazos. Estas almas que debieran ser mías acaban por pertenecer a un mundo infame; las que debieran ser felices dentro del sagrado recinto, son desgraciadas y muy desgraciadas fuera del mismo, y las que son destinadas para el cielo y para mi gloria, acaban por honrar a Satanás y a sus secuaces en un infierno eterno. Todos los días existen muchos casos de esta naturaleza, y los oídos a la tentación conducen al plano inclinado y resbaladizo de la Inconstancia. Las tentaciones de la Inconstancia son sin ponderación peligrosas. ¡Ay, repito, de las almas desgraciadas e infelices que se detengan a escucharlas!, porque presto se verán enredadas y cogidas entre sus redes!
El remedio para la Inconstancia es la Fidelidad, virtud hermosísima, en la cual el Espíritu Santo se complace. La Fidelidad mata a la Inconstancia y libra al alma que la lleva consigo de infinitos males. Yo soy el único sostén de la Fidelidad: toda alma que se apoye en Mí, y no en sus propias fuerzas, triunfará de sí misma y de todos los vicios y tentaciones. La Fidelidad, sin embargo, no se adquiere así solamente con palabras. Para llegar a poseerla, se necesita la práctica constante de muchas heroicas virtudes, se necesita sobre todo fundarse en la profundísima Humildad y en la Confianza en mi gran Poder y Misericordia. Este es el remedio para tan gran mal.
Y, ¿saben quién da el impulso a la Fidelidad, y con qué potencia y vapor se mueve esta hermosa y bella virtud? Con el gran motor del Amor activo. Este lleva consigo como fuerza motriz a todas las virtudes, las cuales se concretan todas en él, y aun él solo es capaz de escalar hasta el cielo. Todas las virtudes que se arriman al Amor activo y se cobijan a su benéfica sombra, crecerán y llegarán a su completo desarrollo. El amor activo con las virtudes así por él afinadas, presta su auxilio al alma feliz que las lleva consigo. Mas el Amor activo, ¿cómo se alcanza? Por medio de la Oración y el Sacrificio, del Amor y del Dolor práctico, generoso y constante...
La Fidelidad dará la Constancia al alma. El Amor activo dará la Fidelidad; la Oración y el Sacrificio darán al Amor activo, el cual encierra en sí a la Caridad. Con la Caridad, da el Amor activo todos los bienes.
La Fidelidad a la gracia es el remedio de los remedios, sobre todo espirituales.
Para la Inconstancia ordinaria, se puede con mucho fruto emplear la Fijeza, juntamente con el Dominio propio y la Firmeza. ¡Feliz el alma que toma con valor estas armas divinas! Ella derrocará a todos los vicios y Satanás huirá bien lejos.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com