Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.9.18

De las virtudes y de los vicios: Vicios opuestos a las virtudes de vencimiento. Pereza


Vicios opuestos a las virtudes de vencimiento
No seáis perezosos en cumplir vuestro deber; sed fervorosos en espíritu. Rm 12, 11.
El que ama la ociosidad, estará lleno de miseria. Pr 28, 19.


Pereza
La Pereza es hija de Satanás y un vicio universal de todos los climas y temperamentos. Se introduce en el grande lo mismo que en el pequeño; en el niño como en el anciano.

La Pereza es la gran palanca de Satanás contra la virtud; es el contrapeso del amor activo, y lleva en su seno a innumerables vicios que forman su corte. Este es uno de los vicios que exigen del alma que los lleva consigo un gran y supremo esfuerzo para sacudírselo, necesita el valor y la constancia del corazón para ir siempre en su contra, derrocándolo a cada paso, porque en donde pone su pie, luego echa raíces y forma su nido. ¡Ay del alma perezosa que se ha dejado coger de vicio tan pegajoso!, ella nunca hará nada en el camino del espíritu que está lleno de luchas y de actividad y de victorias.




La Pereza es como el extracto de la Comodidad y de la Molicie.

Consiste la Pereza en una pesada dejadez que introduciéndose en el alma, le comunica su inercia, debilitándola para todo lo bueno.

La Pereza, así como la Gula y la Lujuria, arrastran no sólo al alma, sino con ella al cuerpo, infundiéndole su dañino contacto. La Pereza que se apodera del cuerpo, siempre triunfa, a no ser que una gracia poderosa unida cooperando con el Vencimiento propio vengan a arrancarla de tan amables brazos. Sólo poniendo en juego la falange de las virtudes heroicas, del Dominio propio, del Amor activo, del Trabajo, del Vencimiento y del Propio Desprecio, se destruye tan funesto mal.

El origen del Cansancio, del Fastidio, de la Sensualidad y de la Comodidad es la Pereza. De ella viene la Tibieza en el servicio divino en su mayor parte, ella aleja al alma de los actos piadosos y de los Sacramentos, ella es la Madre de la Ociosidad, y con esto es madre de innumerables pasiones, defectos y vicios. El fin que con ella tiene Satanás es alejar al alma de todo bien y de todo merecimiento.

El alma perezosa no medra ni puede entrar en la vida de Sacrificio y de Dolor que es la del espíritu, ella tendrá cuando menos, un grande Purgatorio.

El mundo nada en la Pereza, y las almas duermen tranquilas en su amoroso seno, mas su despertar en la eternidad será terrible.

La enemiga de la Cruz es la Pereza, y el reinado de la Pereza aleja a las almas del Dolor. El mundo se hunde muy principalmente por la Pereza, en la comodidad, en los vicios y en el infierno.

Hay que arrancar la Pereza para que triunfe la Cruz. La Cruz es el antídoto contra tan formidable mal, ella sacude el sopor en el cual tiene envueltos los corazones, ella los despierta y los transforma.

La Cruz es la Fortaleza del corazón, la Cruz es la actividad del alma y su salvación, ella es el remedio universal que con su influencia divina cura todos los vicios y pasiones.

Existe Pereza exterior y ordinaria que luego se deja ver, (por más que a veces la Hipocresía la cubre con su manto), y causa grandes daños y estragos aun en la salud del cuerpo, porque todo desorden causa daño, y la Pereza es un gran desorden, puesto que el hombre fue creado para el trabajo, el cual lo libra de innumerables males. En el Trabajo me sirve y me glorifica cumpliendo el fin para que lo críe, y como la Pereza aparta al hombre del trabajo, falta a las leyes naturales y produce daño.

El Trabajo, pues, es el remedio de la Pereza.

Existe Pereza espiritual, y esta consiste en una morosidad e inercia que se apodera del alma débil y floja, que se deja coger sin resistencia, lo cual hace que le sean pesadas las cosas de Dios, llegando en su desarrollo hasta alejarla del todo de ellas.

¡Desgraciada el alma que se deja llevar de esta suavísima corriente que va a desembocar en el mismo infierno! Esta Pereza en los que se llaman espirituales o Míos sin serlo, está generalmente cubierta con la espesísima capa de la más refinada Hipocresía, pero que en el fondo está minando al alma que la lleva consigo para poseerla. La Pereza es el vicio de las excusas, y Satanás se arregla muy bien con ella para agigantar y aun crear extravagantes y dorados pretextos. ¡Cuánta es la cosecha que saca Satanás para su gloria de este horrible vicio de la Pereza, en todos sus grados! Casi no existe un alma sobre la tierra, ni ha existido, excepto Santa María, a quien más o menos no haya cogido en la Pereza.

La Penitencia y la Mortificación son el veneno que mata a la Pereza espiritual y enciende en los pechos el Amor activo, el cual la destruye por completo.

La Pereza espiritual perfecta, consiste en una interior quietud, no producida ciertamente por el Espíritu Santo, sino falsificada con el cuño del secreto bienestar que causa la posesión supuesta de las virtudes. A esta alma, sin decirlo, le parece que puede descansar en sus laureles, que bastante ha trabajado ya para encumbrarse, y que habiendo alcanzado esto, tiempo es ya de tomar reposo disminuyendo las penitencias, mortificaciones y otros actos laudables que antes hacía. Pereza es, Pereza: esto no es más que Satanás disfrazado, pues en la vida espiritual no hay descansos, y siempre el alma tiene que ascender, y pelear y luchar y vencerse y despreciarse hasta la muerte.

Existen muchas almas buenas engañadas dentro de la Pereza espiritual perfecta. Que abran los ojos y arranquen la venda que los cubre para detener en ellas las gracias y aun para perderlas.

El remedio contra la Pereza disfrazada y envuelta en el manto de la Soberbia, es el constante Sacrificio y aquel "siempre padecer" que continuamente aguijonea al espíritu no dejando descanso al cuerpo.

¡Feliz el alma que jamás descanse en el Dolor, en el padecer!, ella alcanzará un gran premio, y atraerá las gracias del cielo para sí y para otros.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com