El Amor, si es verdadero, no puede estar ocioso: es muy activo; es necesario probar al Amado que se le ama, sacrificándose por Mí de día y de noche, siempre, siempre.
La sed de padecimientos crece con el padecer.
Yo no me sacio de sufrir místicamente en la Eucaristía, mientras haya un alma en la tierra a quien amar. El amor verdadero no ve obstáculos ni los mide. El verdadero amor busca todo lo que puede dar gloria al Amado. Las armas principales del Amor activo están en la humillación y el sacrificio. Mis armas, porque soy verdadero Amante, fueron la humillación y el sacrificio.
El Amor activo para Conmigo hace crecer al amor a los prójimos, a las almas del Purgatorio, a todo lo que es débil, pobre y necesitado, y de una manera particular a las almas de los pecadores. A un alma que tiene el Amor activo le duele el conocer la desgracia de los hombres, el verlos alejados de Dios, engañados por el demonio, arrastrados por el mundo y sus vicios, precipitándose en el infierno y rechazando a su Dios y Señor, al único Bien. Al alma que tiene el Amor activo le duele el ser pisoteada la Sangre del Señor, que la Redención es inútil para aquellas almas; las gracias detenidas por ellas mismas y la Justicia divina cerniéndose sobre sus cabezas.
Los hijos del Oasis deben desalojarse de todo lo que no es mortificación, es decir vestirse de ella, familiarizarse con ella, identificarse con ella. Dolor, dolor: busquen dolor, sean dolor, corran, vuelen en pos del dolor; no pierdan tiempo ni de día ni de noche. Aunque la naturaleza se resista, arrójense en el mar de la amargura. Busquen, piensen y estudien el modo como sufran y padezcan más y más por el Amado de su corazón. El amor divino al llegar a cierto grado no puede estar quieto y ocioso, busca algún modo para contentar al Amado y si tuviera que pasar por mil espadas, pasaría sobre ellas, solamente para dar una gotita de consuelo al Amado.
No puede el alma dormir en la comodidad si ve al Amado que sufre. Es imposible la inacción, el placer y la comodidad para un corazón que de veras ama a su Jesús, pues tiene el corazón atravesado, flechado por la saeta del amor divino.
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com