Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

5.6.18

De las virtudes y de los vicios: Vanagloria


La Vanagloria se deriva de la vanidad, y viene, producida por ella misma, a levantar al corazón del hombre en nubes de humo que con el menor viento se disipan.

Es tan ficticia la vanagloria como su nombre mismo; y sin embargo, el corazón humano corre tras ella y paga con puñados de oro un poco de ese polvo vil que se lleva el viento, y, ¡qué digo con oro!, con la propia conciencia compra una loca alabanza que no pasa de los labios de quien la pronuncia.




¡Oh locura inconcebible del corazón humano que se vende a tan vil precio!

La meditación constante de las propias miserias y de las verdades y postrimerías curan la vanagloria, y hacen al corazón del hombre conocerse y conocerme; amarme y aborrecerse.

Cuando la meditación enciende en el alma el fuego de la caridad, entonces se mata el germen de la vanagloria, comenzando el hombre por humillarse, esconderse y despreciarse, hasta llegar a la perfección.

Al corazón que busca, que desea, que ama la vanagloria y se paga de ella, no desciende la luz del Espíritu Santo ni sus dones ni sus gracias.

Al que rechazándola varonilmente huye de ella, la aborrece y la detesta, es al que escoge Dios para derramar sus tesoros divinos; porque, no en vasos frágiles y quebradizos pone el Espíritu Santo el suavísimo licor de sus favores, sino en los de oro purísimo, que guardan herméticamente encerrados sus perfumes.

La vanagloria es el trono de Satanás, trono movible y ficticio al cual encumbra a las almas que se le entregan. ¡Falso, engañoso y traidor eres, Satanás! Es tiempo ya de cortar tu vuelo, de que cesen tus ruines engaños y falaces victorias.

La luz brillará por medio de la Cruz en los oscurecidos entendimientos humanos y caerá a mis pies la venda de soberbia con que los ciega tu infamia, derrocando tus viles maquinaciones y venciéndote.

¡Huye, Satanás, que la Cruz va a triunfar y a derrocar los vicios en que has sumergido al mundo: escóndete en los antros del averno si no quieres verte aplastado por su enorme peso!

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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