La Condescendencia es una virtud a la vez que un vicio.
La Condescendencia que nace de la Abnegación prudente, es la virtud, la cual tiene por fin conservar o dar la Paz. Además de prudente tiene que ser oportuna, para llenar su misión debidamente y evitar los males.
Es esta una virtud muy difícil de comprender y practicar, pues se ejerce en una pendiente y muy resbaladiza.
Su vida es el Sacrificio propio, pues casi siempre una condescendencia cuesta violencia al corazón.
Tocante al espíritu o la vida interior, es más difícil aún, aunque en poquísimos casos se puede y se debe usar de ella...
Su escollo es la comodidad.
Su fin evitar los males.
Su apoyo, la Rectitud; y sus enemigos principales, la debilidad y la imprudencia. En ciertos casos, aunque pocos, la Condescendencia es indispensable; en otros es tolerable, y en los más es peligrosa.
La balanza en que se deben pesar estos casos debe ser en los platillos de la Prudencia, y de la Oportunidad: pero el fiel de esta balanza debe ser la oración. La Condescendencia que lleva en sí estos caracteres, que cruza antes por estas vías, es segura y santa.
Es una gran virtud: Yo la ejercité en mi paso por la tierra, ¡y cuántas veces!
v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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