- Ver días previos -.
Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.
Por la señal de la Santa Cruz...
OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.
Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.
También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.
DÍA 27 DE NOVIEMBRE: La oración.
Es grande el deseo que tiene Jesús de favorecernos y que, con prontitud, salgan las almas del Purgatorio. A todos nos enseña un medio infalible para alcanzar la gracia que queremos, tanto para nosotros como para nuestros antepasados. Para que veamos esta verdad, nos da una carta blanca de seguridad, firmada por su propia mano y rubricada con su santísimo Nombre, para que cada uno de nosotros escriba en ella el favor o gracia que necesita y quiere alcanzar. Esta carta es aquella gran promesa que después de haber instituido el sacramento de la Eucaristía dio a sus amados discípulos, y con ellos, a todos nosotros: "En verdad, en verdad os digo, que cuanto pidiereis en nombre mío a mi Padre celestial, todo se os concederá". ¿Puede darnos una promesa más notable, más generosa y más rica que ésta? Promesa absoluta, asegurada, garantizada con su Santísimo Nombre que nos prueba el exceso de su amor. Ve que, por nuestros pecados, nos hicimos esclavos de Satanás; y para que abandonemos este enemigo infernal, Jesucristo lleno de bondad y misericordia quiere que nos entreguemos a Él.
Ya que tenemos un medio tan fácil para lograr todas las gracias, pidamos al Padre celestial, en nombre de su Hijo Jesús, que nos conceda un verdadero arrepentimiento de nuestros pecados, y nos dé gracia para perseverar con fidelidad todo el tiempo que nos quede de vida sobre este suelo para luego gozarle eternamente.
Supliquémosle también que encienda el celo de todos los cristianos para que oren por las almas del Purgatorio y alcancen ellas lo más pronto posible también el descanso de la bienaventuranza.
SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com