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Novena en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.
Día segundo.
Por la señal de la Santa Cruz...
Oración preparatoria para todos los días:
Esposas muy queridas del Señor que arrojadas a la cárcel del Purgatorio sufrís indecibles penas, careciendo de la presencia del Amado hasta que os purifiquéis como oro en crisol de vuestras culpas por completo; vosotras que desde esas voraces llamas clamáis misericordia, sabed que me compadezco de vuestro dolor y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer vuestra deuda. Pero ya que soy más pobre que vosotras mismas, apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados, al tesoro de las indulgencias, a la intervención de María Santísima y a la Sangre de Jesucristo, para que por este medio logréis el deseado consuelo, y yo adquiera la gracia de detestar cualquier culpa, aún la más ligera, y de vencer mi pasión dominante hasta que el Señor nos lleve a todos a la Gloria. Amén.
Día 2:
DE LA PENA DE DAÑO
La pena de daño consiste en la privación de la vista de Dios. La dilación de lo que se espera aflige mucho, y cuanto más se espera mayor es la aflicción. Como lo esperado es un Bien infinito, es infinita la retardación.
No hay palabras para explicar los grandes pesares de esta pena, y si las hubiese, faltaría la capacidad para comprenderlas. ¡Cuánto aflige a las almas del Purgatorio el deseo de ver a Dios!
Suficiente de tal modo porque conocen a Dios y le aman, pero no pueden verle hasta que estén totalmente purificadas.
LAS ALMAS: Mortales, compadeceos de nosotras, dadnos el socorro que nos produce el ardiente deseo de ver a Dios, y dadnos la libertad de tan pesado cautiverio. Pero, ¡ay de nosotras!, que no os conmueven nuestros lamentos, ni a los que se precian de católicos.
Recemos ahora tres Padrenuestros, Avemarías, Gloria y Requiem [el Requiem es: "Dadles Señor el descanso eterno, y brille para ellos la luz eterna. Descansen en paz. Amén"] en memoria de la Pasión de Jesucristo, y en sufragio de las almas del Purgatorio, con la siguiente jaculatoria:
Oración final:
¡Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles! Conceded a las almas de vuestros siervos y siervas el perdón de todos sus pecados, para que consigan por nuestras piadosas súplicas la indulgencia que siempre desearon. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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