Es una pregunta que a veces nos podemos hacer: a cuales ánimas debemos aplicar, y de acudir primero, después de haber satisfecho las obligaciones de justicia (o sea: atender y orar por nuestros familiares). Parece que la piedad nos pide que hagamos socorro y auxiliemos a las ánimas que mayor desamparo padecen, preciándose el Señor de ser amparo de los desamparados.
Otros, sin embargo, prefieren rogar por las que están más cerca de ver a Dios, y les queda menos por llegar a su visión beatífica y alcanzar el Reino Eterno. Con ello, conseguimos que atajen sin dilación hacia la vista clara de Dios.
El querer dar una respuesta firme a esta cuestión es en cierta manera una temeridad, y por ello el mejor consejo es que cada uno ruegue por la parte que le agradare más, porque todo, al fin y al cabo, tiene las mismas intenciones. Pero, sin embargo, lo más acertado es que se pongan nuestros sufragios en las manos de Dios Nuestro Señor, y de su Santísima Madre la Virgen Purísima del Carmelo, para que sean ellos quienes las distribuyan a las ánimas. Hagamos nuestras ofrendas, por pequeñas que sean, actos de caridad y ruegos, remitiéndolos de esta manera a las intenciones generales.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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