Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

30.7.17

Oración de San Alfonso María de Ligorio, para la visita a Jesús Sacramentado


Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres, estáis de noche y de día en ese Sacramento lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a todos los que vienen a visitaros: yo creo que estáis presente en el Sacramento del Altar; os adoro desde el abismo de mi nada, y os doy gracias por todas las mercedes que me habéis hecho, especialmente por haberme dado en este Sacramento vuestro Cuerpo, vuestra Sangre, vuestra Alma y vuestra Divinidad; por haberme concedido por mi Abogada a vuestra Santísima Madre la Virgen María, y haberme ahora llamado a visitaros en este lugar santo. Adoro a vuestro amantísimo Corazón, y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en agradecimiento de esta preciosa dádiva; el segundo, para desagraviaros de todas las injurias que habéis recibido de vuestros enemigos en ese Sacramento; y el tercero porque deseo en esta visita adoraros en todos los lugares de la tierra, donde estáis sacramentado con menos culto y más desprecio.

¡Jesús mío!, os amo con todo mi corazón: pésame de haber tantas veces ofendido en el pasado a vuestra infinita bondad, y propongo, ayudado de vuestra gracia, enmendarme en lo venidero; y ahora, miserable como soy, me consagro todo a Vos, y entrego y resigno en vuestras divinas manos mi voluntad, afectos, deseos y todo cuanto soy y puedo. Haced, Señor, de mí todo lo que os agrade: lo que yo quiero y lo que os pido es vuestro santo amor, la perfecta obediencia a vuestra santísima voluntad, y la perseverancia final. Os recomiendo las ánimas del purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de Santa María del Carmelo, y os ruego también por todos los pecadores. Amado Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos con los de vuestro amorosísimo Corazón, y así unidos los ofrezco a vuestro Eterno Padre, y por el amor que os tiene, le pido en vuestro nombre que los oiga y reciba. Amén.




Nota:
El pontífice Pío IX, en agosto de 1839 concedió perpetuamente la indulgencia de trescientos días todas las veces que se rece esta oración delante del Santísimo Sacramento. Además, se obtienen indulgencia plenaria una vez cada mes a los que la recen todos los días del mes, con tal de que se confiesen y comulguen y oren por la Santa Iglesia y las intenciones del pontífice.

| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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