Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

24.9.19

Rezo del Vía Crucis


Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Deseamos seguir con Vos el camino del Calvario. Hacednos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, y moved nuestros corazones para detestar nuestros pecados y amaros siempre más. Dignaos aplicarnos los méritos infinitos de Vuestra pasión, y con memoria de Vuestros dolores, tened misericordia de las benditas ánimas del Purgatorio, sobre todo del alma de (dígase el nombre del difunto que se desee), y de las que están más abandonadas en aquel lugar de alejamiento de Vos. A esta intención Os ofrecemos las indulgencias concedidas a este tan piadoso ejercicio de caridad.

¡Oh divina María del Carmelo!, que fuisteis la primera en enseñarnos el camino de la Cruz; obtenednos la gracia de seguir a Jesucristo con los afectos de los que Vuestro Corazón estaba lleno, cuando le acompañásteis en el camino del Calvario. Haced que lloremos con Vos, y que como Vos amemos a Vuestro divino Hijo. Os lo pedimos por su sagrado Corazón, tan profundamente herido por el olvido, la ingratitud y los pecados de los hombres.

Así sea.




1ª ESTACIÓN.
Jesús es condenado a muerte.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, oh alma mía, cómo Jesús, después de haber sido azotado y coronado de espinas, fue injustamente condenado por Pilatos a muerte de Cruz, y cómo recibió esa condenación para librarte a ti de la tuya.

Oración:
¡Oh adorable Jesús! Os doy gracias por este acto de incomprensible caridad. Os suplico anuléis para siempre la sentencia de muerte merecida por mis pecados, a fin de que sea digno un día de poseeros en la eternidad.

[Tras cada estación se reza: Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



2ª ESTACIÓN.
Jesús carga con la Cruz.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, cómo Jesús tomó en sus hombros la Cruz que tus pecados hacían tan pesada, y cómo caminando hacia el Calvario, pensaba en ti, y ofrecía a Dios por ti la muerte que iba a sufrir.

Oración:
¡Oh Jesús!, infinitamente bueno, que habéis querido sufrir tanto por mí: concededme no agravar más el peso de Vuestra Cruz con nuevos pecados, y dadme el valor que necesito para llevar en Vuestra compañía la cruz que Os dignéis poner sobre mis débiles hombros. Sí, Dios mío, acepto, en espíritu de penitencia, las penas que Os plazca enviarme, hasta mi último suspiro.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



3ª ESTACIÓN.
Jesús cae por primera vez.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, oh alma mía, como Jesús, debilitado y exhausto por la pérdida de tanta sangre derramada en la flagelación y coronación de espinas, y no pudiendo con el peso de la Cruz, cayó debajo de ella, rendido de fatiga y dolor.

Oración:
¡Oh amantísimo Jesús!, no es el peso de la Cruz, sino más bien el de mis pecados, el que ha causado Vuestra caída. Yo Os suplico me concedáis la gracia de no renovar Vuestros dolores volviendo a caer en el pecado de nuevo.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



4ª ESTACIÓN.
Jesús se encuentra con su Santísima Madre.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, oh alma mía, cuál sería el dolor que sintió el Corazón amantísimo de Jesús cuando vio a la Santísima Virgen en el camino del Calvario, y cual sería el dolor de María cuando vio a Jesús. Tus pecados, piénsalo bien, son la única causa de la mutua aflicción del Hijo y de la Madre.

Oración:
¡Oh amadísimo Jesús mío!, por el cruel dolor que experimentásteis en este encuentro, concededme al menos que consuele a Vuestra santa Madre, siendo uno de sus más fieles y devotos servidores. ¡Y Vos, oh María del Carmelo, Madre tan generosa para mí!, obtenedme del Corazón tan dolorosamente herido de Jesús, una continua y tierna memoria de su amarguísima pasión.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



5ª ESTACIÓN.
Simón Cireneo es obligado a llevar la Cruz de Jesús.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, oh alma mía, cómo los Judíos, viendo que Jesús, por su extrema debilidad, a cada paso estaba para expirar, y temiendo que muriera en el camino (ellos querían verle morir con la muerte infame de Cruz), obligaron a Simón Cireneo a llevar la Cruz del Salvador.

Oración:
Dulcísimo Jesús mío, yo no quiero como el Cireneo, llevar la Cruz por fuerza, sino que por puro amor Vuestro la abrazo y la acepto. Especialmente me resigno con la muerte que me esté reservada, con todas las penas que la acompañarán; la uno desde ahora a la Vuestra, y Os la ofrezco en sacrificio expiatorio. Ayudadme Vos con Vuestra gracia a perseverar hasta el final.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



6ª ESTACIÓN.
Jesús recompensa la caridad de la Verónica.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, cómo una santa mujer llamada Verónica, viendo a Jesús bañado de sudor y sangre, le limpió el rostro, y el Señor la recompensó dejando impreso en el lienzo su adorable imagen.

Oración:
¡Mi amado Jesús! Vos sois el más hermoso de los hijos de los hombres, pero Vuestra hermosura ha desaparecido; Vuestras sagradas llagas y la sangre que sale de ellas Os han desfigurado. ¡Ay!, mi alma era hermosa al salir de las aguas del Bautismo, pero la he desfigurado después con tantos pecados. Solo Vos, ¡oh Redentor mío!, podéis volverle su anterior hermosura; hacedlo así, Os lo suplico, y dignaos grabar Vuestra santa faz y vuestra santa pasión en mi corazón.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



7ª ESTACIÓN.
Jesús cae por segunda vez con la Cruz.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, los sufrimientos de Jesús en esta nueva caída, renovándose todos los dolores de sus sagrados miembros y de su cabeza coronada de espinas. Tú has renovado estos crueles tormentos con tus recaídas continuas en el pecado.

Oración:
¡Oh mansísimo Jesús! ¡Cuántas veces verdaderamente he recaído en el pecado...! Concededme la gracia, por los méritos de esta segunda caída, de levantarme tan generosa y rápidamente, que ya no vuelva a caer más.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



8ª ESTACIÓN.
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, cómo las mujeres de Jerusalén, viendo a Jesús tan maltratado, compadecidas empezaron a llorar. Jesús las exhortó a no llorar por él, sino por ellas mismas, enseñándonos así a llorar nuestros pecados antes que sus padecimientos.

Oración:
¡Oh Jesús mío!, dadme lágrimas de verdadera contrición, para que la compasión que tengo de Vuestra pasión me sea meritoria. Detesto, oh buen Jesús, mi amor y mi todo y que tanto me habéis amado, las ofensas que he cometido contra Vos, y Os pido humildemente perdón. Sabéis lo muy necesitado que estoy de Vos, no me abandonéis en mi desgracia, pues sin Vos no podría reponerme.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



9ª ESTACIÓN.
Jesús cae por tercera vez con la Cruz.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, la tercera caída de Jesús, que fue en verdad tan dolorosa porque no tenía otro objeto que la expiación de tus caídas sin fin.

Oración:
Jesús mío, por los méritos de este nuevo tormento, dame, Os ruego, la fuerza necesaria para poner término a mis iniquidades; confirmadme en la fe y en la resolución que tomo de no cometer más pecados, preservadme del mal, defendedme en las tentaciones, y haced esta resolución eficaz con Vuestra gracia.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



10ª ESTACIÓN.
Jesús es despojado de sus vestiduras, y le ofrecen hiel y vinagre.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, cuán grande fue el dolor de Jesús, cuando los verdugos le quitaron sus vestiduras sagradas: todas las llagas se renovaron, a ellas pegadas por las heridas con la sangre reseca. Considera cuán amargo le fue gustar la mirra y la hiel, pues así expiró tus glotonerías y sensualidades carnales. Pero lo más sensible para Él fue verse reducido a la desnudez delante de la multitud que le rodeaba.

Oración:
¡Oh Víctima tres veces santa! ¿Así Os dejáis despojar de vuestros vestidos, para expiar mis inmodestias y la desgracia que he tenido de perder el don precioso de la gracia? Os suplico Os dignéis hacer que recobre vuestras gracias, a fin de que, despojado del hombre viejo, no viva en adelante sino según Vuestro Corazón y siempre dócil a Vuestra santa voluntad, desprendiendo mi corazón más y más de todas las cosas que lo apegan y lo atan a la tierra.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



11ª ESTACIÓN.
Jesús es clavado en la Cruz.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, los excesivos tormentos que Jesús sufrió cuando extendieron en la Cruz su ensangrentado cuerpo y le fijaron a ella, traspasando con gruesos clavos sus manos y sus pies.

Oración:
¡Oh Cordero inmolado!, por mí habéis sufrido tantos dolores, y sin embargo yo no quiero sufrir nada por Vos. Unid a Vuestra Cruz mi rebelde voluntad. Sí, Señor mío y Dios mío, me resuelvo seguir en adelante Vuestro beneplácito, esperando de Vos la fuerza y la generosidad que me son necesarias para llevar a cabo esta resolución.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



12ª ESTACIÓN.
Jesús muere en la Cruz.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, cómo tu generoso Redentor, después de tres horas de una dolorosa e interminable agonía, inclina la cabeza y muere por nuestra salvación.

Oración:
¡Dulcísimo salvador mío, Jesucristo!, yo me postro al pie de Vuestra Cruz, en la cual expiráis por amor mío, y la beso tiernamente. He merecido por mis pecados morir en desgracia Vuestra, pero mi esperanza en Vos está en Vuestra misma muerte. Por los méritos de Vuestro último suspiro, y por la preciosa sangre y agua que salieron de Vuestro Corazón abierto por la lanza, concededme la gracia de morir con los ojos fijos en Vuestra llaga de amor, en la cual pongo desde ahora mi alma y mi esperanza, oh buen Jesús.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



13ª ESTACIÓN.
Jesús es bajado de la Cruz.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, oh alma mía, cuál fue la aflicción de la Santísima Virgen María, cuando recibió en sus brazos el cuerpo inanimado de su Hijo, todo cubierto de las señales sangrientas de tan cruel martirio.

Oración:
¡Oh Madre dolorosa!, perdonadme la muerte de Jesús, y por amor de vuestro Hijo divino, admitidme por Vuestro siervo. Obtenedme también la gracia de no hacerle morir de nuevo con mis pecados, sino hacer que viva en mí por la práctica de las virtudes cristianas.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].



14ª ESTACIÓN.
El cuerpo de Jesús es puesto en el sepulcro.

Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz has redimido al mundo.


Meditación:
Considera, alma mía, cómo el santo cuerpo de Jesús fue puesto con gran respeto en un sepulcro nuevo abierto en una roca.

Oración:
Mi Señor y mi Dios: Vos habéis querido que os pusieran en un sepulcro nuevo, para enseñarnos que con un corazón nuevo, es decir, puro y sin mancha, es como debemos acercarnos a Vuestro Sacramento de amor en la Comunión.

Dignaos, pues, oh Jesús, purificarnos más y más de todas nuestras manchas, y hacednos así dignos de sentarnos frecuentemente al banquete Eucarístico. Encerrad, en este mismo sepulcro, todas nuestras iniquidades y apetitos desordenados, a fin que, muriendo a nuestras pasiones y a todas las cosas del mundo, llevemos una vida escondida en Dios, y merezcamos un dichoso fin para contemplaros, sin velos, en el esplendor de vuestra gloria.

Así sea.

[Padre nuestro, Ave María, Gloria, y Requiem aeternam].

Señor, apiádate de mí, que soy un grandísimo pecador.



Oración final:
¡Oh Dios mío!, acabamos de seguir a Vuestro divino Hijo por el camino de sus dolores; haced que nunca perdamos la memoria de su Pasión, haced que nuestro arrepentimiento sea cada vez más sincero, nuestro amor a Vos más ardiente, y nuestra fe más firme. Así podremos obtener los frutos que tú esperas de nosotros.

Ahora ya nuestra felicidad será amar y servir a Jesucristo, y por ello deseamos llevar con paciencia las penas que os dignéis enviarnos, para que después de haber participado de sus dolores sobre esta tierra, participemos un día también de su gloria en el Cielo. Así sea.