Saludo humilde os rindo, patriarca San José, vuestra memoria quiero honrar con gozo y sencillez.
Pues tantas preeminencias lográsteis poseer, siendo custodio del Niño que es Rey de cielo y tierra.
Hoy que en su eterna gloria le veis brillar como Dios, rogadle por los tristes que están a vuestros pies.
¡Oh esposo de María!, sus hijos son también los que en la tierra gimen pidiéndo vuestra merced.
Que todos los fieles tengan en Vos, un grande y fiel abogado, que su defensa abrace, junto al Supremo Juez.
Y así, todos en la excelsa y feliz Jerusalen, puedan ver la gloria del que abrigó al Niño de Belén.
Amén.