Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.4.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (196)



CAPÍTULO 18
Se explican los motivos por los cuales esta sabiduría secreta es también escala.


1. Pero resta ahora ver lo segundo, conviene a saber: cómo esta sabiduría secreta es también escala. Acerca de lo cual es de saber que por muchas razones podemos llamar a esta secreta contemplación "escalera".

Primeramente, porque así como con la escalera se asciende y se alcanzan los bienes y tesoros y elementos diversos que hay en las fortalezas, así también por esta secreta contemplación, sin saberse cómo, sube el alma a escalar, conocer y poseer los bienes y tesoros del cielo. Lo cual da bien a entender el real profeta (Sal. 83,6-8), cuando dice: "Bienaventurado el que tiene tu favor y ayuda, porque en su corazón este tal puso sus subidas en el valle de lágrimas en el lugar que puso; porque de esta manera el Señor de la ley dará bendición, e irán de virtud en virtud como de grado en grado, y será visto el Dios de los dioses en Sión, el cual es el tesoro de la fortaleza de Sión, que es la bienaventuranza".

2. Podemos también llamarla escala porque, así como ocurre con la escala, esos mismos peldaños que tiene para subir los tiene también para bajar, así también esta secreta contemplación: esas mismas comunicaciones que hace al alma, que la levantan en Dios, la humillan en sí misma. Porque las comunicaciones que verdaderamente son de Dios poseen esta propiedad: que a la misma vez levantan y humillan al alma. Y es que en este camino el bajar es subir, y el subir, bajar, pues el que se humilla es ensalzado, y el que se ensalza, humillado (Lc. 14, 11). Y, además de esto de que la virtud de la humildad es grandeza, para ejercitar al alma en ella suele Dios hacerla subir por esta escala para que baje, y hacerla bajar para que suba, para que así se cumpla lo que dice el Sabio (Pv. 18, 12), es a saber: "Antes que el alma sea ensalzada, es humillada; y antes que sea humillada, es ensalzada".

3. Lo cual, hablando ahora de manera natural, echará bien de ver el alma que quisiere detenerse en ello, y cómo en este camino material (dejando aparte lo espiritual, que no se percibe) se dará cuenta de los numerosos altibajos que padece, y cómo tras la prosperidad que goza, luego se sigue alguna tempestad y trabajo, tanto que parece que le dieron aquella bonanza para prevenirla y esforzarla para la siguiente penuria, y cómo también, después de la miseria y tormenta, se sigue abundancia y bonanza, de manera que le parece al alma que, para hacerla aquella fiesta, la pusieron primero en aquella vigilia. Y éste es el ordinario estilo y ejercicio del estado de contemplación hasta llegar al estado de quietud: que nunca permanece en un estado, sino todo es subir y bajar.

4. Y la causa de esto es que, como el estado de perfección -el cual consiste en perfecto amor de Dios y desprecio de sí mismo- no puede estar sino con estas dos partes, que es conocimiento de Dios y de sí mismo, de necesidad ha de ser el alma ejercitada primero en el uno y en el otro, dándole ahora a gustar lo uno engrandeciéndola, y haciéndola a continuación probar lo otro y humillándola hasta que, adquiridos los hábitos perfectos, cese ya el subir y bajar, habiendo ya llegado y viéndose con Dios, que está en el fin de esta escala y sobre la cual se apoya y estriba (nota del actualizador: nos elevamos cuando conocemos y nos acercamos a Dios, y nos humillamos cuando reconocemos nuestras miserias y nos damos cuenta de ellas, percatándonos de lo indignos que somos de Su presencia, compañía o/y gozos).

Tengamos en cuenta que esta escala de contemplación que, como hemos dicho, procede de Dios, es figurada por aquella escala que vio Jacob durmiendo, por la cual subían y descendían ángeles de Dios al hombre y del hombre a Dios, el cual estaba situado en el extremo de la escala (Gn. 28, 12). Todos estos acontecimientos dice la Escritura divina que pasaban de noche y estando Jacob dormido, para dar a entender cuán secreto y diferente del saber del hombre es este camino y ascenso para llegar a Dios. Lo cual se ve bien puesto que, ordinariamente, lo que en el alma es de más provecho, que es irse perdiendo y aniquilando a sí misma, se tiene sin embargo por peor; curiosamente lo que menos vale (que es hallar su propio consuelo y su gusto, con lo cual ordinariamente antes pierde que gana), si eso hace, el alma tiene como si fuera algo mejor (nota del actualizador: siendo, sin embargo, lo peor para el alma).

5. Pero hablando ahora algo más sustancialmente de esta escala de secreta contemplación, diremos que la propiedad principal por la que aquí se llama escala o escalera es porque la contemplación es ciencia de amor, la cual, como hemos dicho, es una comunicación infusa y amorosa de Dios, que simultáneamente va ilustrando [dando luz] y enamorando al alma hasta subirla de grado hasta Dios, su Creador, porque sólo el amor es el que une y junta al alma con Dios.

Por lo tanto y para que se pueda ver más claro iremos aquí apuntando los grados de esta divina escala, mencionando con brevedad las señales y efectos de cada uno de ellos, para que por ellos pueda deducir cada alma en cual de ellos se encontrara. Y así, los distinguiremos por sus efectos, como hace san Bernardo y santo Tomás [el escrito que sigue muy de cerca el Santo en los dos capítulos siguientes es un apócrifo atribuido por unos a S. Tomás, por otros, a S. Bernardo. La crítica moderna está de acuerdo en prohijárselo a un dominico del s. XIII o XIV de nombre Elvico Teutónico. El opúsculo en cuestión "De decem gradibus amoris secundum Bernardum", junto con el otro apócrifo tomista "De dilectione Dei et proximi", corrió en impresiones asequibles al Santo, como en la edición piana de 1571] ya que conocer estos grados en sí, por cuanto esta escala de amor es, como hemos dicho, tan secreta que sólo Dios es el que la mide y pondera, no es posible por vía natural (nota del actualizador: de manera que para reconocerlos en esta existencia sólo nos es posible por sus efectos y señales, como acaba de indicarnos el Santo).


31.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (195)



5. De ello podríamos sacar la causa por la que algunas personas que van por este camino las cuales, por tener unas almas buenas y temerosas, querrían dar cuenta a quien las rigen de lo que les ocurre, no saben ni pueden hacerlo. Por consiguiente tienen en decirlo gran repugnancia y desgana, mayormente cuando la contemplación es algo más sencilla de manera que la misma alma apenas la siente, simplemente sólo saben decir que el alma está satisfecha y quieta y contenta, o decir que sienten a Dios y que les va bien, a su parecer. Y, siendo así, no les es posible decir más respecto de lo que el alma lleva dentro, ni la sacarán de mencionar sobre su experiencia términos generales semejantes a éstos. Diferente es cuando las cosas que el alma tiene son particulares, como visiones, sentimientos, etc., las cuales, como ordinariamente se reciben debajo de alguna especie en la que participa el sentido, entonces sí la pueden en cierta manera explicar o decir, dado que entonces debajo de esa forma de especie o de semejanza sí lo consiguen comunicar. Pero este poderlo decir ya no es en razón de pura contemplación, porque ésta es indecible, como hemos dicho, y por eso se llama secreta.

6. Y no sólo por eso se llama y es secreta, sino porque también esta sabiduría mística tiene la propiedad de esconder al alma en sí. Puesto que, además de lo ordinario, algunas veces de tal manera absorbe al alma y la sume en su abismo secreto, que el alma echa de ver claro que está puesta alejadísima y remotísima de toda criatura, de suerte que le parece que la colocan en una profundísima y anchísima soledad, donde no puede llegar alguna humana criatura, como si estuviera en un inmenso desierto que por ninguna parte tiene fin, el cual es tanto más deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto es más profundo, ancho y solitario lo siente, donde el alma se ve tan secreta como si estuviera levantada y viéndose sobre toda temporal criatura (nota del actualizador: fuera de los ruidos y los tejemanejes del mundo).

Y tanto levanta entonces y engrandece este abismo de sabiduría al alma, metiéndola en las corrientes de la ciencia de amor, que le hace experimentar no solamente el sentir muy baja toda condición de criatura comparada a este supremo saber y sentir divino, sino también echar de ver cuán bajos y cortos y en alguna manera impropios son todos los términos y vocablos con que en esta vida se trata de las cosas divinas, y cómo es imposible, por vía y modo natural, aunque más alta y sabiamente se hable en ellas, poder conocer ni sentir de ellas como realmente ellas son, cuando se carece de la iluminación de esta mística teología. Y así, viendo el alma con la iluminación divina que está en ella esta verdad, de que no se puede alcanzar y menos declarar por términos vulgares y humanos, con razón la llama secreta.

7. Esta propiedad de ser secreta y sobre la capacidad natural de esta divina contemplación la tiene no sólo por ser algo sobrenatural, sino también es cuanto es vía que guía y lleva al alma a las perfecciones de la unión de Dios. Estas perfecciones, como son cosas no conocidas carnalmente, se debe de caminar hacia ellas humanamente no sabiendo y divinamente ignorando. Puesto que, hablando místicamente como aquí estamos hablando, las cosas y perfecciones divinas no se conocen ni entienden como ellas son cuando las van buscando y ejercitando, sino cuando se las tiene ya halladas y ejercitadas. Porque a este propósito dice el profeta Baruc (3, 31) de esta Sabiduría divina: "No hay quien pueda saber sus vías, ni quien pueda pensar sus sendas". También el profeta real de este camino del alma dice de esta manera, hablando con Dios: "Y tus ilustraciones lucieron y alumbraron a la redondez de la tierra, se conmovió y se estremeció la tierra. En el mar está tu vía, y tus sendas en muchas aguas, y tus pisadas no serán conocidas" (Sal.76,19-20).

8. Todo lo cual, hablando espiritualmente, se entiende al propósito que estamos mostrando. Porque "alumbrar con los brillos de Dios a la redondez de la tierra" es la ilustración que hace esta divina contemplación en las potencias del alma; y "conmoverse y estremecer la tierra" es la purgación penosa que en ella causa; y decir que "la vía y camino de Dios", por donde el alma va a Él, "es en el mar, y sus pisadas en muchas aguas y que por eso no serán conocidas" es decir que este camino de ir a Dios es tan secreto y oculto para el sentido y conocimiento del alma como lo es para el del cuerpo el que se lleva por la mar, cuyas sendas y pisadas no se conocen. Los pasos y pisadas que Dios va dando en las almas a las que Él quiere llevar a sí poseen esta propiedad de no conocerse, haciéndolas a esas almas grandes en la unión de su Sabiduría. Por lo cual, en el libro de Job (37, 16) se dicen, destacando este aspecto, estas palabras: "¿Por ventura has tú conocido las sendas de las nubes grandes o las perfectas ciencias?", entendiendo por esto las vías y caminos por donde Dios va engrandeciendo a las almas y perfeccionándolas en su sabiduría, las cuales son aquí entendidas por las nubes. Queda claro, pues, que esta contemplación que va guiando al alma a Dios, es sabiduría secreta.


30.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (194)



2. Primeramente llama secreta a esta contemplación tenebrosa por cuanto, según hemos abordado líneas arriba, ésta es la teología mística, que llaman los teólogos "sabiduría secreta", la cual dice Santo Tomás que se comunica e infunde en el alma por amor, lo cual acontece secretamente -o sea, a oscuras de la obra del entendimiento y de las demás potencias-. Por lo tanto, por cuanto las dichas potencias no la alcanzan sino que es el Espíritu Santo quien la infunde y ordena en el alma, como dice la Esposa en los Cantares (2, 4), sin ella saberlo, ni entenderlo cómo se realiza esta acción, se llama por tanto "secreta". Y, a la verdad, no sólo el alma no lo entiende, sino nadie, ni el mismo demonio, por cuanto el Maestro que la enseña está dentro del alma sustancialmente, donde no puede llegar el demonio, ni el sentido natural, ni tampoco el entendimiento.

3. Y no sólo por esto se puede llamar secreta, sino también por los efectos que hace en el alma. Y es que no solamente en las tinieblas y aprietos de la purgación, cuando esta sabiduría de amor purga el alma, es secreta -por lo tanto, no sabe decir de ella el alma nada-, sino que también después en la iluminación, cuando más a las claras se le comunica esta sabiduría, le es al alma tan secreta para explicarla y ponerle nombre para mencionarla que, además de que ninguna gana ni razones sienta al alma de explicarla, no halla de todos modos tampoco modo ni manera ni símil que le cuadre para poder significar y comparar una inteligencia tan sublime y un sentimiento espiritual tan delicado. Y así, aunque más gana tuviese de decirlo, y más significaciones trajese para comparar, siempre se quedaría en buena parte secreto y por explicar.

Todo es debido a que como aquella sabiduría interior es tan sencilla y tan general y espiritual, que no entró al entendimiento envuelta ni paliada con alguna especie o imagen sujeta al sentido, de aquí es que el sentido y la imaginación, como no entró por ellas ni sintieron su vestido, forma y color, no saben dar razón ni imaginarla para poder decir algo de ella, aunque claramente ve que entiende y gusta aquella sabrosa y esquiva sabiduría. Es tanto así como el que viese una cosa nunca vista antes, cuyo semejante tampoco jamás vio que, aunque la entendiese y gustase, no le sabría poner nombre ni decir lo que es, aunque más lo intentase, y esto con ser cosa que la percibió con los sentidos. Cuánto menos, entonces, se podrá manifestar lo que no entró por esos sentidos. Y es que precisamente esto es lo que tiene el lenguaje de Dios, que por ser muy íntimo al alma y espiritual hasta el punto que excede todo sentido, luego hace cesar y enmudecer toda la armonía y habilidad de los sentidos exteriores e interiores al ser superior a ellos. [Además de la inefabilidad de la contemplación infusa en su misma esencia y en sus efectos más íntimos, el Santo explica la razón profunda en conformidad con la teoría tomista del conocimiento a través de los sentidos e imágenes. Al fallar este mecanismo natural, falla la expresión adecuada para representarlo. El lenguaje de puro espíritu a espíritu puro no acepta lenguaje humano. Más adelante veremos la razón de la inefabilidad y de la teología mística, así como la conciencia del fenómeno en quien lo experimenta].

4. De lo cual tenemos muestras autorizadas y ejemplos a la vez en la divina Escritura. Porque la dificultad y las limitaciones del manifestarlo y hablarlo exteriormente mostró Jeremías (1, 6) cuando, habiendo Dios hablado con él, no supo qué decir sino: "¡Ah, ah...!". Y la cortedad interior, esto es, del sentido interior de la imaginación, conjuntamente a la cortedad o limitación del exterior acerca de esto, también la manifestó Moisés delante de Dios en la zarza (Ex. 4, 10) cuando no solamente dijo a Dios que después de haber hablado con Él no sabía ni acertaba a hablar, sino que aún, según se dice en los Hechos de los Apóstoles (7, 32), con la imaginación interior no se atrevía a considerar, pareciéndole que la imaginación estaba muy lejos y muda no solamente para formar algo de aquello que entendía en Dios, sino que ni aun podía conseguir la capacidad para recibir algo de ello. De donde, por cuanto la sabiduría de esta contemplación es lenguaje de Dios al alma de puro espíritu a espíritu puro, todo lo que es menos que espíritu, como son los sentidos, no lo reciben, y así les es secreto y no lo saben ni lo pueden decir, ni tienen gana porque no ven cómo podrían hacerlo.


29.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (193)



12. ¡Oh mísera suerte de vida, donde con tanto peligro se vive y con tanta dificultad la verdad se conoce, pues lo más claro y verdadero nos es más oscuro y dudoso, y por eso huimos de ello siendo lo que más nos conviene; y lo que más luce y llena nuestro ojo lo abrazamos y vamos tras ello, siendo sin embargo lo que peor nos conviene y lo que a cada paso nos hace aumentar la concupiscencia! ¡En cuánto peligro y temor viven las gentes, pues la misma lumbre de sus ojos natural, con que se han de guiar, es la primera que les encandila y engaña para ir a Dios y por lo tanto, si quieren acertar para ver por dónde van, tengan necesidad de llevar cerrados los ojos y de ir a oscuras para ir seguro de los enemigos domésticos de su casa, que son sus mismos sentidos y potencias!

13. Bien está, pues, el alma aquí escondida y amparada en esta agua tenebrosa, puesto que se encuentra entonces cerca de Dios. Porque, así como al mismo Dios sirve de tabernáculo y morada, le servirá, ni más ni menos, al alma de otro tanto así como de amparo perfecto y seguridad, aunque a ella le parezcan tinieblas, por cuanto está escondida y amparada de sí misma y de todos los daños de criaturas, como hemos dicho. Porque de los tales se entiende lo que también David dice en otro salmo (30, 21): "Esconderlos has en el escondrijo de tu rostro de la turbación de los hombres; ampararlos has en tu tabernáculo de la contradicción de las lenguas", en lo cual se entiende toda manera de amparo. Porque estar escondidos en el rostro de Dios de la turbación de los hombres es estar fortalecidos en esta oscura contemplación contra todas las ocasiones que de parte de los hombres les pueden sobrevenir. Y "estar amparados en su tabernáculo de la contradicción de las lenguas" es estar el alma sumergida en esta agua tenebrosa, que es el tabernáculo que hemos referido de David. Por ello, por tener el alma todos los apetitos y afecciones desprendidos y las potencias oscurecidas, está libre de todas las imperfecciones que contradicen al espíritu, así de su misma carne como de las demás criaturas. Y por lo tanto esta alma bien puede decir que va a oscuras y a la vez segura.

14. Hay también otra causa no menos eficaz que la anteriormente mostrada para terminar de entender bien que esta tal alma va segura a oscuras, y es por la fortaleza que esta oscura, penosa y tenebrosa agua de Dios sin duda pone en el alma. Que, en fin, aunque es tenebrosa, es agua, y por eso no ha de dejar de refrescar, reanimar y fortalecer al alma en lo que más le conviene, aunque sea a oscuras y penosamente. Puesto que, desde luego, ve el alma en sí una verdadera determinación y eficacia de no hacer cosa que entienda ser ofensa de Dios, ni dejar de hacer lo que le parezca cosa que la ponga a su servicio. Y es que aquel amor oscuro se le pega con un muy vigilante cuidado y solicitud interior sobre qué hará o dejará de hacer por Él para contentarle, mirando y dando mil vueltas si ha sido causa de enojarle. Y todo esto lo realiza con mucho más cuidado y solicitud que antes, como líneas anteriores queda dicho cuando abordamos el tema de las ansias de amor. Porque aquí todos los apetitos y fuerzas y potencias del alma están recogidas de todas las demás cosas, empleando su conato y fuerza sólo en obsequio de su Dios.

De esta manera sale el alma de sí misma y de todas las cosas creadas a la dulce y deleitosa unión de amor de Dios, a oscuras y segura, y...


por la secreta escala disfrazada.


CAPÍTULO 17
Se muestra el segundo verso y se explica cómo esta oscura contemplación es secreta.


1. Tres propiedades conviene declarar acerca de tres vocablos que contiene el presente verso. Las dos, conviene a saber, "secreta escala", pertenecen a la noche oscura de contemplación que estamos tratando. La tercera, conviene a saber, "disfrazada", pertenece al alma por razón del modo que ellla lleva en esta noche.

Cuanto a lo primero, es de saber que el alma llama aquí en este verso a esta oscura contemplación, por donde ella va saliendo a la unión de amor, "secreta escala", por estas dos propiedades que hay en ella, es a saber: ser secreta y ser escala (o sea, "escalera", "ascenso"), así que a continuación hablaremos de cada una de estas dos propiedades.


28.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (192)



7. ¡Oh, pues, alma espiritual!, cuando vieses oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y reducidas, e inhabilitadas tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te apenes por eso, antes tenlo como una buena dicha, pues es que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las manos la hacienda con las cuales, por bien que ellas te sirviesen, no obraras tan cabal, perfecta y seguramente a causa de la impureza y torpeza de los actos de tus manos, como ahora que, tomando Dios directamente tu mano, te guía a oscuras como se guía a un ciego a un lugar donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y pies, por bien que anduvieran, llegarías a atinar caminar.

8. La causa también por la que el alma no sólo va segura cuando va así a oscuras, sino aun se va más ganando y aprovechando, es porque, comúnmente, cuando el alma va recibiendo más mejoría y provecho es precisamente por donde ella menos entiende, antes muy de ordinario piensa que se va perdiendo. Esto es así ya que, como ella nunca ha experimentado aquella novedad que le hace salir y deslumbrar y desatinar de su primer modo de proceder, entonces piensa que se va perdiendo en lugar que acertando y ganando, puesto que ve que pierde respecto de lo que antes sabía y gustaba, y se ve ir por donde no sabe ni gusta (nota del actualizador: es decir, en terreno desconocido).

Así como el caminante que, para ir a nuevas tierras desconocidas va por nuevos caminos no recorridos antes ni experimentados, en los cuales transita sin la guía ni la experiencia de los que antes sabía, sino entre dudas y por las direcciones de otros. Y claro está que éste no podría llegar a las nuevas tierras, ni saber más de lo que antes sabía, si no fuera por caminos nuevos nunca explorados, dejando los caminos que ya sabía. Lo mismo ocurre con el que va aprendiendo más particularidades en un oficio o arte, que siempre va a oscuras, no atado constantemente a lo que ya conocía porque, si no dejase atrás lo conocido para aprender lo que debe saber nunca avanzaría ni le haría provecho el nuevo conocimiento. Así, de la misma manera, cuando el alma va aprovechando más, va a oscuras y no sabiendo. Por tanto, siendo como hemos dicho, Dios el maestro y guía de este ciego del alma, bien puede esa alma -ya que la han puesto en disposición de entender y avanzar como aquí decimos- con verdad alegrarse y decir: a oscuras y segura [voy].

9. Otra causa también por la que en estas tinieblas ha ido el alma segura es porque iba padeciendo. Y es que el camino de padecer es más seguro y aun más provechoso que el de gozar y hacer. Por un lado, porque en el padecer se le añaden fuerzas de Dios, y en el obrar y gozar ejercita el alma sus flaquezas e imperfecciones; y lo otro, porque en el padecer se van ejercitando y ganando las virtudes, purificándose el alma y haciéndola más sabia y cauta.

10. Pero aquí hay otra más principal causa por la que en este contexto el alma va segura estando a oscuras, y es de parte de la dicha luz o sabiduría oscura. Esto es debido a que de tal manera la absorbe y embebe en sí esta oscura noche de contemplación y la pone tan cerca de Dios, que la ampara y libra de todo lo que no es Dios. Dado que está puesta aquí en cura esta alma para que consiga su salud, que es el mismo Dios, la tiene Su Majestad en dieta y abstinencia de todas las cosas, hartado el apetito para todas ellas. Esto está bien así y es similar a lo que se hace a un enfermo para que sane cuando es estimado en su casa, en donde le mantienen tan resguardado y protegido que no le dejan tocar del aire ni aun gozar de la luz, ni que sienta las pisadas, ni aun el rumor de los de casa, y la comida que le dan es muy delicada y muy medida, en donde el alimento contiene más de sustancia y es más nutritivo, y no importa tanto el que tenga más sabor.

11. Todas estas propiedades -las cuales son todas para la seguridad y guarda del alma-, causan en ella esta oscura contemplación, porque ella está puesta más cerca de Dios. Es así puesto que cuanto el alma más a Él se acerca, más oscuras tinieblas siente y más profunda oscuridad por su flaqueza padece, lo mismo que el que más cerca del sol llegase, más tinieblas y penurias le causaría su deslumbrante resplandor por la flaqueza, debilidad e impureza de su ojo. De donde se desprende que tan inmensa es la luz espiritual de Dios, y tanto excede al entendimiento natural que, cuando llega más cerca, más le ciega y le oscurece al alma (nota del actualizador: al alma no preparada ni ejercitada para ello, se sobreentiende).

Y ésta es la causa por la que en el salmo 17 (v. 12) dice David que puso Dios por su escondrijo y cubierta las tinieblas, y su tabernáculo en rededor de sí, tenebrosa agua en las nubes del aire. Esta agua tenebrosa en las nubes del aire es la oscura contemplación y sabiduría divina en las almas, como estamos diciendo, la cual ellas van sintiendo como cosa que está cerca de Él, como tabernáculo donde Él mora, cuando Dios a sí mismo la va más acercando. Y así, lo que en Dios es luz y la más alta claridad, es para el ser humano tiniebla más oscura, como dice san Pablo (1 Cor. 2, 14) según lo declara luego David en el mismo salmo (17, 13), diciendo: "Por causa del resplandor que está en su presencia, salieron nubes y cataratas", conviene a saber, para el entendimiento natural, cuya luz, como dice Isaías en el capítulo 5 (v. 30), "obtenebrata est in caligine eius" ("oscurecida la luz por los nubarrones").