Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

31.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (195)



5. De ello podríamos sacar la causa por la que algunas personas que van por este camino las cuales, por tener unas almas buenas y temerosas, querrían dar cuenta a quien las rigen de lo que les ocurre, no saben ni pueden hacerlo. Por consiguiente tienen en decirlo gran repugnancia y desgana, mayormente cuando la contemplación es algo más sencilla de manera que la misma alma apenas la siente, simplemente sólo saben decir que el alma está satisfecha y quieta y contenta, o decir que sienten a Dios y que les va bien, a su parecer. Y, siendo así, no les es posible decir más respecto de lo que el alma lleva dentro, ni la sacarán de mencionar sobre su experiencia términos generales semejantes a éstos. Diferente es cuando las cosas que el alma tiene son particulares, como visiones, sentimientos, etc., las cuales, como ordinariamente se reciben debajo de alguna especie en la que participa el sentido, entonces sí la pueden en cierta manera explicar o decir, dado que entonces debajo de esa forma de especie o de semejanza sí lo consiguen comunicar. Pero este poderlo decir ya no es en razón de pura contemplación, porque ésta es indecible, como hemos dicho, y por eso se llama secreta.

6. Y no sólo por eso se llama y es secreta, sino porque también esta sabiduría mística tiene la propiedad de esconder al alma en sí. Puesto que, además de lo ordinario, algunas veces de tal manera absorbe al alma y la sume en su abismo secreto, que el alma echa de ver claro que está puesta alejadísima y remotísima de toda criatura, de suerte que le parece que la colocan en una profundísima y anchísima soledad, donde no puede llegar alguna humana criatura, como si estuviera en un inmenso desierto que por ninguna parte tiene fin, el cual es tanto más deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto es más profundo, ancho y solitario lo siente, donde el alma se ve tan secreta como si estuviera levantada y viéndose sobre toda temporal criatura (nota del actualizador: fuera de los ruidos y los tejemanejes del mundo).

Y tanto levanta entonces y engrandece este abismo de sabiduría al alma, metiéndola en las corrientes de la ciencia de amor, que le hace experimentar no solamente el sentir muy baja toda condición de criatura comparada a este supremo saber y sentir divino, sino también echar de ver cuán bajos y cortos y en alguna manera impropios son todos los términos y vocablos con que en esta vida se trata de las cosas divinas, y cómo es imposible, por vía y modo natural, aunque más alta y sabiamente se hable en ellas, poder conocer ni sentir de ellas como realmente ellas son, cuando se carece de la iluminación de esta mística teología. Y así, viendo el alma con la iluminación divina que está en ella esta verdad, de que no se puede alcanzar y menos declarar por términos vulgares y humanos, con razón la llama secreta.

7. Esta propiedad de ser secreta y sobre la capacidad natural de esta divina contemplación la tiene no sólo por ser algo sobrenatural, sino también es cuanto es vía que guía y lleva al alma a las perfecciones de la unión de Dios. Estas perfecciones, como son cosas no conocidas carnalmente, se debe de caminar hacia ellas humanamente no sabiendo y divinamente ignorando. Puesto que, hablando místicamente como aquí estamos hablando, las cosas y perfecciones divinas no se conocen ni entienden como ellas son cuando las van buscando y ejercitando, sino cuando se las tiene ya halladas y ejercitadas. Porque a este propósito dice el profeta Baruc (3, 31) de esta Sabiduría divina: "No hay quien pueda saber sus vías, ni quien pueda pensar sus sendas". También el profeta real de este camino del alma dice de esta manera, hablando con Dios: "Y tus ilustraciones lucieron y alumbraron a la redondez de la tierra, se conmovió y se estremeció la tierra. En el mar está tu vía, y tus sendas en muchas aguas, y tus pisadas no serán conocidas" (Sal.76,19-20).

8. Todo lo cual, hablando espiritualmente, se entiende al propósito que estamos mostrando. Porque "alumbrar con los brillos de Dios a la redondez de la tierra" es la ilustración que hace esta divina contemplación en las potencias del alma; y "conmoverse y estremecer la tierra" es la purgación penosa que en ella causa; y decir que "la vía y camino de Dios", por donde el alma va a Él, "es en el mar, y sus pisadas en muchas aguas y que por eso no serán conocidas" es decir que este camino de ir a Dios es tan secreto y oculto para el sentido y conocimiento del alma como lo es para el del cuerpo el que se lleva por la mar, cuyas sendas y pisadas no se conocen. Los pasos y pisadas que Dios va dando en las almas a las que Él quiere llevar a sí poseen esta propiedad de no conocerse, haciéndolas a esas almas grandes en la unión de su Sabiduría. Por lo cual, en el libro de Job (37, 16) se dicen, destacando este aspecto, estas palabras: "¿Por ventura has tú conocido las sendas de las nubes grandes o las perfectas ciencias?", entendiendo por esto las vías y caminos por donde Dios va engrandeciendo a las almas y perfeccionándolas en su sabiduría, las cuales son aquí entendidas por las nubes. Queda claro, pues, que esta contemplación que va guiando al alma a Dios, es sabiduría secreta.







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