Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

17.10.21

Cinco visitas de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús



- Primera visita.
Adoremos a Jesucristo Sacramentado, en acción de gracias por la institución de este adorable Misterio.

¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús Sacramentado! Os adoro profundamente en este augusto Sacramento, y doy rendidas gracias por haber instituido ese compendio de maravillas, resumen de vuestras finezas y evidente testimonio de la ternura de vuestro amor. Y con el fin de daros más incesantes gracias, convido a todos los justos de la tierra y bienaventurados del cielo, uniendo con ellos los afectos de mi corazón y deseando ardientemente alabaros y ensalzaros por toda la eternidad.

Os adoro también con ánimo y deseo de resarcir de algún modo las injurias que en ese Sacramento recibís de los infieles y malos cristianos, especialmente por la ingratitud y el olvido con que los hombres os dejan solo en tantos sagrarios, en todos los cuales os adoro humildemente desde aquí, uniendo mis débiles obsequios con el fervor y devoción de los santos más fieles y amantes de vuestro Corazón santísimo.

Recibid benignamente, Jesús amoroso, mis ardientes súplicas, para que adorándoos en esta vida sacramentado por nuestro amor, os bendiga y ensalce después eternamente. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

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16.10.21

Indulgencias de novenas, triduos, y demás devociones



Algunos piensan que el valor principal de una devoción son las indulgencias, y están equivocados. Porque el valor principal de una devoción es la devoción misma. Las indulgencias son algo así como "una propina" o "regalo" que el Papa concede para que los fieles se aficionen a un devoción, pero las indulgencias valen menos que la devoción misma, como lo accesorio vale menos que lo principal.

Y para ganar las indulgencias, sí es preciso guardar ciertas condiciones impuestas, que no son necesarias para que sean válidas las devociones.

Así, para ganar ciertas indulgencias es necesario que los domingos de San José sean seguidos, y que se comulgue en todos ellos y se recen las oraciones. Asimismo, es necesario que la novena sea seguida, para ganar las indulgencias que en ella se incluyan.

Pero como ya hemos dicho, aun cuando no se ganen las indulgencias, una devoción será buena, meritoria, agradable a Dios y a los santos, si por lo demás se hace bien.

Los Papas al conceder las indulgencias, siempre suelen poner algunas condiciones fijas, como es conveniente; pero eso no es decir que las devociones si se hacen de otra manera no valgan.

Por ejemplo, si yo me propongo hacer el viacrucis sin andar, haré una buena devoción, aunque no gane indulgencias. Tampoco gano indulgencias por la misa, pero no hay mejor devoción que ella, ni indulgencias que valgan más que ella.

Por lo tanto, lo importante es ser devoto con prudencia y sencillez, y conforme al espíritu de la Iglesia Católica. No admitas fácilmente devociones nuevas, raras y no aprobadas, porque la piedad torcida y fatua de algunos católicos, y también la malicia de algunos impíos y herejes, suelen a veces introducir devociones indignas o ridículas, que luego la Iglesia se ve obligada a prohibir.

Desecha también los prejuicios que algunos hombres tienen acerca de las devociones, que piensan que son cosas de mujeres y no para ellos, o cuando menos que son más para mujeres que para hombres. Ciertamente no es así, porque en toda la tradición católica, así en la Sagrada Escritura como en el magisterio de nuestros Santos padres y maestros en la fe, no se halla ninguna diferencia acerca de este punto respeto a hombres o a mujeres. Es cierto que las mujeres muchas veces exceden acaso en darse demasiado a las devociones, y sin embargo los hombres todo lo contrario: las olvidan demasiado. Pero lo que es exceso en el hombre lo será también en la mujer, y lo que en la mujer sería defecto, lo será igualmente en el hombre. Porque tanta razón hay para que tenga devociones el hombre, como para que las tenga la mujer. Nadie piense que la piedad cae bien tan sólo a la mujer, nada más erróneo.

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15.10.21

Novelas y triduos... ¿es necesario acabarlas?



Acerca del "valor intrínseco de las devociones", todas ellas valen de por sí mucho, como actos de piedad que son. Ni pensemos que para que valgan es esencial que sean nueve precisamente, o seis, o siete o trece. Sino que ya cada día por sí o cada acto de piedad por separado tiene su valor, aunque no se continúe por cualquier razón la novena o seisena, o triduo.

Ni tampoco es preciso de suyo que sean seguidos los actos, sino que valen a días alternativos, aunque se interrumpan, y se hagan en días no seguidos, si bien para mayor fijeza y sobre todo para mayor regularidad, cuando se hacen en común es de suyo hacerlas por orden seguido, continuado y fijo.

Así, si uno comienza los siete domingos de San José y los tiene que interrumpir o dejar del todo, no ha perdido lo hecho, aunque no haya celebrado más que uno o dos domingos, o aunque los haya hecho duranta el año no seguidos, sino cuando podía o quería.

Asimismo, si alguno comienza una novena, aunque no haya hecho sus actos sino uno o dos o pocos días, esos tienen su mérito, aun cuando no se complete la novena entera. Lo mismo si después de interrumpida se reanuda y se sigue en otro momento.

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14.10.21

¿Por qué las devociones tienen determinada duración?



Si eres practicante cristiano, observarás que muchas devociones tienen cierto número de días de practicarlas o de duración. El viacrucis tiene catorce estaciones. El Rosario ciento cincuenta avemarías, divididas en tres partes (hoy, tras la última reforma, cuatro partes) y en quince misterios. Trece son los martes de San Antonio. Seis los domingos de San Luis. Siete los domingos de San José. Y en fin, las novenas son novenas (nueve días). ¿Por qué estos números? ¿No habrá en ellos algo de supersticioso? No, ni mucho menos.

Estos números obedecen a algún fundamento natural o histórico. Así, el viacrucis es de cartoce estaciones, porque desde el principio se fijaron los files en catorce pasos principales de la salida de Jesús con la cruz a cuestas; hubieran podido fijarse en menos o en más, pero se fijaron en catorce, y así seguimos fijándonos hoy.

13.10.21

Yo..., ¿para qué nací?



Yo, ¿para qué nací? Para salvarme.
Que tengo que morir es infalible.

Dejar de ver a Dios y condenarme
triste cosa será, pero posible.

¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?

¿Qué hago? ¿En qué me ocupo? ¿En qué me encanto?
Loco debo ser, pues no soy santo.

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