Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

16.10.21

Indulgencias de novenas, triduos, y demás devociones



Algunos piensan que el valor principal de una devoción son las indulgencias, y están equivocados. Porque el valor principal de una devoción es la devoción misma. Las indulgencias son algo así como "una propina" o "regalo" que el Papa concede para que los fieles se aficionen a un devoción, pero las indulgencias valen menos que la devoción misma, como lo accesorio vale menos que lo principal.

Y para ganar las indulgencias, sí es preciso guardar ciertas condiciones impuestas, que no son necesarias para que sean válidas las devociones.

Así, para ganar ciertas indulgencias es necesario que los domingos de San José sean seguidos, y que se comulgue en todos ellos y se recen las oraciones. Asimismo, es necesario que la novena sea seguida, para ganar las indulgencias que en ella se incluyan.

Pero como ya hemos dicho, aun cuando no se ganen las indulgencias, una devoción será buena, meritoria, agradable a Dios y a los santos, si por lo demás se hace bien.

Los Papas al conceder las indulgencias, siempre suelen poner algunas condiciones fijas, como es conveniente; pero eso no es decir que las devociones si se hacen de otra manera no valgan.

Por ejemplo, si yo me propongo hacer el viacrucis sin andar, haré una buena devoción, aunque no gane indulgencias. Tampoco gano indulgencias por la misa, pero no hay mejor devoción que ella, ni indulgencias que valgan más que ella.

Por lo tanto, lo importante es ser devoto con prudencia y sencillez, y conforme al espíritu de la Iglesia Católica. No admitas fácilmente devociones nuevas, raras y no aprobadas, porque la piedad torcida y fatua de algunos católicos, y también la malicia de algunos impíos y herejes, suelen a veces introducir devociones indignas o ridículas, que luego la Iglesia se ve obligada a prohibir.

Desecha también los prejuicios que algunos hombres tienen acerca de las devociones, que piensan que son cosas de mujeres y no para ellos, o cuando menos que son más para mujeres que para hombres. Ciertamente no es así, porque en toda la tradición católica, así en la Sagrada Escritura como en el magisterio de nuestros Santos padres y maestros en la fe, no se halla ninguna diferencia acerca de este punto respeto a hombres o a mujeres. Es cierto que las mujeres muchas veces exceden acaso en darse demasiado a las devociones, y sin embargo los hombres todo lo contrario: las olvidan demasiado. Pero lo que es exceso en el hombre lo será también en la mujer, y lo que en la mujer sería defecto, lo será igualmente en el hombre. Porque tanta razón hay para que tenga devociones el hombre, como para que las tenga la mujer. Nadie piense que la piedad cae bien tan sólo a la mujer, nada más erróneo.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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