Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

7.7.21

Poesía a Jesús crucificado



No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


(Oración atribuida a San Francisco Javier)

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6.7.21

Oración a la Santísima Trinidad del beato Carlos Spínola, S. J.



Te adoro, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios mío y mi todo.

Te doy infinitas gracias porque me creaste, me redimiste, me conservas y me sostienes, y por tus sacramentos santísimos.

Te doy infinitas gracias porque me has puesto en la Iglesia, y por todos los innumerables beneficios que a mí y a todo el mundo has hecho.

Ve aquí, Señor mío, que todo yo y cuanto dentro de mí y fuera de mí hay: los pensamientos, palabras y obras de este día y de toda mi vida, todo lo envuelvo en la sangre de tu sacratísimo Hijo, y te lo ofrezco y dedico por tu amor y gloria, así como por la salvación de mis prójimos.

Quita de mí todo lo que te desagrada, límpiame y purifícame, y concédeme todo lo que te agrada.

Dirígeme siempre y toma posesión de mí, según tu beneplácito y tus deseos.

Concédeme, por las entrañas de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, que nunca te ofenda, sino que siempre haga tu voluntad.

Dame la perfección según tu Espíritu, para que te agrade durante toda mi vida, así también lléname de santa alegría, para que en todas las cosas y en todas partes te encuentre, y finalmente para que consiga por tu gracia y favor residir siempre y por toda la eternidad en Ti.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(beato beato Carlos Spínola, S. J.)

5.7.21

Oración a Jesucristo crucificado



Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en vuestra santísima presencia; os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados, y propósito firmísimo de enmendarme. Mientras, yo con todo el amor y con toda la compasión de mi alma y de la que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Vos, ¡oh buen Jesús!, el santo profeta David: "Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos".

(Indulgencia plenaria con las debidas disposiciones: confesar, comulgar, y rezar por las intenciones del Papa delante de una imagen de Cristo crucificado).

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4.7.21

Himno de acción de gracias (Te Deum)



A ti, oh Dios, alabamos, a ti Señor, confesamos.
A ti eterno Padre, venera toda la tierra.
A ti los ángeles todos, a ti los cielos y todas las Potestades.
A ti los Querubines y Serafines, en incesante canto proclaman:

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos.
Llenos están los cielos y la tierra de la majestad de tu gloria.


A ti el glorioso coro de los Apóstoles,
a ti de los profetas la multitud venerable,
a ti de los mártires el espléndido ejército te alaba.

A ti por todo el orbe de la tierra, te confiesa la santa Iglesia,
Padre de inmensa majestad;
y venerable a tu verdadero y único Hijo;
y santo también al paráclito Espíritu.

Tú eres Rey de la gloria, oh Cristo.
Tú del Padre eres el Hijo eterno.
Tú, deseando salvar al hombre, te dignaste bajar al seno de una virgen.
Tú, destruido el dardo de la muerte, abriste a los creyentes los reinos de los cielos.
Tú estás sentado a la diesta de Dios en la gloria del Padre.

Creemos que vendrás como juez;
y por eso te rogamos que socorras a tus siervos que redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que seamos numerados con tus Santos en la gloria eterna.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu herencia.
Y rígenos y condúcenos hasta la eternidad.

Todos los días te bendecimos,
y alabamos tu nombre por los siglos y los siglos de los siglos.
Dígnate, Señor, guardarnos en este día sin pecado.
Venga tu misericorida, Señor, sobre nosotros conforme a la esperanza que tenemos en ti.
En ti, Señor, he esperado; no seré confundido Jamás.

Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu.
Laudemus et superesxaltemus eum in saecula.


Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Alabémosle y exatltémosle por los siglos.


Oremos:
Oh Dios, cuya misericordia no tiene medida, y cuya bondad es un tesoro infinito. A tu misericordiosísima majestad damos gracias por los beneficios que nos has hecho, implorando siempre tu clemencia, para que así como concedes sus deseos a los que piden, así sin abandonarlos los dispongas a los premios futuros.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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3.7.21

Oración de Santo Tomás de Aquino para después de la comunión



Gracias te doy, Señor Dios Padre todopoderoso, por todos los beneficios y especialmente porque has querido admitirme a la participación del sacratísimo cuerpo de tu unigénito Hijo.

Te suplico, Padre elementísimo, que esta Sagrada Comunión no sea para mi alma lazo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón, sea armadura de mi fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos, aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad y de todas las virtudes; sea perfecto sosiego de mi alma y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo solo, mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa muerte. Y te ruego que tengas por bien llevarme a mí pecador a aquel convite inefable donde tú con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus Santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable, dicha completa y felicidad perfecta.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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