Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.1.24

Plegaria para pedirle a Dios acierto ante situaciones dudosas



Bien sabéis, mi Dios, que al engaño sujeto se halla el mortal, y que anhelando acierto puede, como ciego, llegar a errar.

Por eso se turba mi alma y siente perplejidad, recelando en su ignorancia pueda elegir por bien al mal.

Sin embargo Vos sois infalible, Vos solo sois la verdad. Venid, pues, a dirigirme, compadecido de mi afán.

Que según sea la vuestra, se incline así mi voluntad, y en honra tuya se cumpla lo que me convenga más.

Por nuestro Señor Jesucristo os lo pido, y a su Madre María pongo por intercesora, postrando ante Vos mi faz, suplicándoos encarecidamente que tu Santo Espíritu acuda a socorrerme y me venga a guiar.

Amén.


30.12.23

Preces en poética, para acción de gracias



Mi corazón, ¡oh Dios!, en tu presencia, bendice a tu Providencia por los dones que recibe de tu mano, reconociendo tus favores, mientras te rindo gracias de rodillas.

¡Oh, cuántas maravillas sabes obrar, Señor! ¡Cómo en provecho del hombre, lo enalteces o lo humillas, dándole júbilo o aflicción!

Yo lo confieso: siempre encontré tu patente bondad en los diversos sucesos de mi vida, y hoy que se siente mi alma fortalecida, y un nuevo beneficio viene a colmar su gratitud profunda, tu nombre glorioso me atrevo a celebrar, tributándole el gozo que me inunda.

¡Oh, quién tuviera en tan dichoso día las voces de los cielos y la tierra, para cantar en himnos, de alegría, los sentimientos que mi pecho encierra!

¡Quién pudiera, Señor, de tus piedades glorificar la mística dulzura, y difundir por todas las edades del fuego de tu amor la llama pura!

Pero no alcanza, ¡Bienhechor Divino!, no alcanza de mi pecho el pobre aliento (por más que agote su poder mezquino y le preste su afán atrevimiento) ni a balbucear tu nombre sacrosanto.

Permite, pues, que diga mi silencio lo que no puede decir el canto; y mientras tu alta gloria reverencio con muda admiración y tierno llanto, por mí te alaben los celestes coros, que envueltos de tu luz en resplandores, pulsan las liras de oro, donde eternamente suenan tus loores.

Concédeme además que, en el instante de abandonar el mundo, conforte tu bondad mi pecho amante, y te bendiga mi labio moribundo.

Concédeme, Señor, como corona de todas tus mercedes, el que -por aquella Divina Sangre que me colma y a quien negar ninguna gracia puedes-, después de la presente y frágil vida, en la eterna que guardas a tus hijos te cante mi alma agradecida, entre celestiales y amorosos regocijos.

Así sea.


29.12.23

Letanías del Dulce Nombre de Jesús



Dios Padre celestial,
R.: ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Santísima Trinidad, un solo Dios,
R.: ten misericordia de nosotros.


Jesús, escúchame.
R.: Jesús, escúchame.


Jesús, Verbo encarnado,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, esplendor del Padre,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Rey de la Gloria,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Sol de Justicia,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Hijo de la Virgen María,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús amable,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús admirable,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús Salvador fuerte,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, padre del siglo futuro,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Ángel del gran consejo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, vencedor de la muerte,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús poderosísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús pacientísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús obedientísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, dulce y humilde de corazón,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, amante de la castidad,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, que nos honráis con vuestro amor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Dios de paz,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, autor de la vida,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, modelo de las virtudes,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, celador de las almas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro Redentor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro refugio,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestra esperanza,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro Pontífice,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, padre de los pobres,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, tesoro de los fieles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, buen Pastor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, verdadera luz,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, sabiduría eterna,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, bondad infinita,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestra vía y nuestra vida,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, felicidad de los ángeles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, rey de los patriarcas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, inspirador de los profetas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Maestro de los apóstoles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, doctor de los Evangelistas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, fuerza de los mártires,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, luz de los Confesores,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, pureza de las Vírgenes,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, corona de todos los Santos,
R.: ten misericordia de nosotros.


Sea tu favor con nosotros,
R.: Jesús, perdonadme.

Sea tu favor con nosotros,
R.: Jesús, escuchadme.

De mis pecados,
R.: libradme, Jesús.

De los espíritus de tinieblas,
R.: libradme, Jesús.

De los ataques del enemigo,
R.: libradme, Jesús.

De la impenitencia final,
R.: libradme, Jesús.

De la muerte eterna,
R.: libradme, Jesús.


Por el misterio de vuestra Encarnación,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Natividad,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra infancia tierna,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra vida purísima,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestros trabajos y predicaciones,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra oración en el huerto,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra pasión cruelísima,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra cruz,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra agonía,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra muerte y sepultura,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Resurrección triunfante,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Ascensión gloriosa,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestras alegrías eternas,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra gloria infinita,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestro dulce y poderoso nombre,
R.: libradme, Jesús.


Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: perdonadme, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: escuchadme, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: ten piedad de mi alma, Jesús.


Jesús, escúchame.
R.: Jesús, escúchame.


Santa Virgen María del Carmelo,
R.: rogad por mí a Jesús.


Bendito y alabado sea el dulcísimo nombre de Jesús, y que en el instante de la muerte Él nos endulce la agonía.

Amén.


28.12.23

Soneto al Dulce Nombre de Jesús



Es grata al caminante en noche fría
la alegre llama del hogar caliente,
grata al que corre bajo sol ardiente
la fresca sombra de arboleda umbría.

Grato, como dulcísima armonía,
para el sediento el ruido de la fuente,
y grato respirar en libre ambiente
para quien sale de mazmorra impía.

Es grata, en fin, la lluvia al campesino,
grata al guerrero la belicosa fama,
y grato el natal suelo al peregrino.

Pero más que aire, sombra, fuente y llama,
más que lluvia, patria, laurel... ¡Jesús Divino!,
tu nombre es grato al corazón que te ama.



26.12.23

Homenaje para la Octava de Navidad



La Octava de Navidad comienza el día 25 de diciembre y concluye el día 1, unos días muy importantes entre los que se encuentran la festividad de San Esteban (el primer mártir cristiano, 26 de diciembre), San Juan Evangelista (27 de diciembre), el día de los Santos Inocentes (28 de diciembre) y finalmente el día 1 de enero, festividad de Santa María Madre de Dios.

"Venite, exultemus Domino...".
(Salmo 34)



Vírgenes de Judá, templad gozosas las cítaras suaves,
y vuestras frentes coronad de rosas.

Canten himnos las aves, de insólita dulzura.

Bramen de gozo los montaraces brutos,
conmueva el mar su líquida llanura.

Sus más preciosos frutos, las plantas y los árboles ostenten.

Rindan por doquier tributo,
de variados aromas,
las hierbas y las flores.

Que las ondas se argenten
de todo lago, arroyuelo y río.

Que montañas y lomas
se cubran de verdores,
bordados por las perlas del rocío.

Que arrullen las palomas,
con amorosos ecos,
de los duros peñascos en los huecos.

Que en caprichosos giros
los céfiros alados
murmuren por los valles perfumados.

Semejando de amor dulces suspiros,
que el espacio se pueble de armonías,
y que la tierra toda,
vuelta al vigor de sus primeros días,
como virgen galana que festeja su boda
de su pompa y beldad se ostente ufana.

Mientras los puros rayos matinales
recaman de oro, y de zafir y grana
los muros celestiales.

Disipando las sombras de la muerte luce, por fin,
el astro de alegría,
que un siglo al otro siglo prometía
y que hoy en gloria nuestro afán convierte.

¡Cantemos al Dios fuerte!
¡Cantemos la salud que nos envía!