Bien sabéis, mi Dios, que al engaño sujeto se halla el mortal, y que anhelando acierto puede, como ciego, llegar a errar.
Por eso se turba mi alma y siente perplejidad, recelando en su ignorancia pueda elegir por bien al mal.
Sin embargo Vos sois infalible, Vos solo sois la verdad. Venid, pues, a dirigirme, compadecido de mi afán.
Que según sea la vuestra, se incline así mi voluntad, y en honra tuya se cumpla lo que me convenga más.
Por nuestro Señor Jesucristo os lo pido, y a su Madre María pongo por intercesora, postrando ante Vos mi faz, suplicándoos encarecidamente que tu Santo Espíritu acuda a socorrerme y me venga a guiar.
Amén.
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