Ya no temo, Señor, la tristeza;
ya no temo, Señor, la soledad;
porque eres, Señor, mi alegría,
tengo siempre tu amistad.
Ya no temo, Señor, a la noche;
ya no temo, Señor, la oscuridad;
porque brilla tu luz en las sombras ya no hay noche,
tú eres luz.
Ya no temo, Señor, los fracasos;
ya no temo, Señor, la ingratitud;
porque el triunfo, Señor, en la vida tú lo tienes,
tú lo das.
Ya no temo, Señor, a los abismos;
ya no temo, Señor, a la inmensidad;
porque eres, Señor, el camino y la vida, Tú eres la verdad.