una senda de luz y de misterio,
una fuente que brinda refrigerio,
un horizonte azul extraordinario.
Yo conozco un divino diccionario de palabras eternas,
y un imperio que suaviza su blando cautiverio con caricias de asilo hospitalario.
Venid, venid, amigos. Una aurora de gozo espiritual brota en la senda que conduce a la vida de la gracia.
¡Hacia Cristo! Marchemos, ya es la hora. Brilla en su cruz un resplandor de ofrenda, de pureza, de amor, de aristocracia.
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