Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

23.7.22

Ya no temo



Ya no temo, Señor, la tristeza;
ya no temo, Señor, la soledad;
porque eres, Señor, mi alegría,
tengo siempre tu amistad.

Ya no temo, Señor, a la noche;
ya no temo, Señor, la oscuridad;
porque brilla tu luz en las sombras ya no hay noche,
tú eres luz.

Ya no temo, Señor, los fracasos;
ya no temo, Señor, la ingratitud;
porque el triunfo, Señor, en la vida tú lo tienes,
tú lo das.

Ya no temo, Señor, a los abismos;
ya no temo, Señor, a la inmensidad;
porque eres, Señor, el camino y la vida, Tú eres la verdad.

21.7.22

Da sin medida



Recibe el don del cielo y nunca pidas nada a los hombres; pero da si puedes, da sonriendo y con amor, no midas jamás la magnitud de tus mercedes.

Nada te debe aquel a quien le diste, por eso tú su ingratitud esquiva. Él fue quien te hizo el bien, ya que pudiste ejercer la mejor prerrogativa, que es el dar, y que a pocos Dios depara.

Da, pues, como el venero cristalino, que siempre brinda más del agua clara que le pide el sediento peregrino.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

20.7.22

Marchemos hacia Cristo



Yo conozco un camino solitario,
una senda de luz y de misterio,
una fuente que brinda refrigerio,
un horizonte azul extraordinario.


Yo conozco un divino diccionario de palabras eternas,
y un imperio que suaviza su blando cautiverio con caricias de asilo hospitalario.

Venid, venid, amigos. Una aurora de gozo espiritual brota en la senda que conduce a la vida de la gracia.

¡Hacia Cristo! Marchemos, ya es la hora. Brilla en su cruz un resplandor de ofrenda, de pureza, de amor, de aristocracia.

19.7.22

Imitar la paciencia de Dios



Jesucristo, nuestro Señor, no se contentó con enseñar la paciencia de palabra, sino que la enseñó sobre todo en sus actos. En la hora de la pasión y de la cruz, cuántas befas ofensivas escuchadas pacientemente, cuántas burlas injuriosas no soportó hasta el punto de recibir salivazos, Él, que con su propia saliva había abierto los ojos a un ciego. Fue coronado de espina el que corona a los mártires con flores eternas; fue despojado de sus vestiduras el que reviste a los demás de inmortalidad; alimentado con hiel el que da un alimento celestial; obligado a beber vinagre el que nos hace participar de la copa de la salvación.

Él, el inocente, el justo, o mejor dicho, la misma inocencia y la misma justicia, puesto en la hilera de los criminales; falsos testimonios aplastan a la Verdad Suprema; se juzga al que ha de juzgar; la Palabra de Dios, callada, es conducida al sacrificio. Después, cuando se eclipsan los astros, cuando los elementos se perturban, cuando tiembla la tierra, Él no habla, no se mueve, no revela su majestad. Hasta el final lo soporta todo con una paciencia inagotable y perfecta que encuentra su término en Cristo. Después de todo eso, todavía acoge a los homicidas, si se convierten y vuelven a Él; gracias a su paciencia, a nadie cierra su Iglesia. A sus adversarios, los blasfemos, los eternos enemigos de su nombre, no sólo los admite a su perdón si se arrepienten de su falta, sino que incluso les concede la recompensa del reino de los cielos. ¿podría alguien citar a alguno más paciente, más benévolo?

San Cipriano


Nota: San Cipriano, natural de Cartago, una vez convertido del paganismo llegó a ser obispo de su ciudad; escribe estas palabras en tiempos de persecución de la Iglesia, y sufrió el martirio (210-258).

16.7.22

16 de julio, festividad de Nuestra Señora del Monte Carmelo



Hoy es sábado, día de Nuestra Señora y, además, es 16 de julio, que coincide precisamente con la festividad de la Virgen del Carmelo. Alegrémonos pues, con ese gozo inefable de los hijos de Dios, por este día tan señalado y celebremos las bondades que la Madre de Nuestro Señor ha tenido para nosotros. Caminemos en fidelidad al Carmelo, para poder llegar a los pies de nuestra queridísima Madre y Señora, la bienaventurada Virgen del Carmen.

Flor del Carmelo,
Viña Florida,
Esplendor del cielo,
Virgen fecunda y singular,
¡oh Madre tierna,
refugio del pobre,
a tus carmelitas
proteja tu nombre
Estrella del mar!