Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

22.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (186)



5. Esta inflamación y ansia de amor el alma no siempre la está sintiendo, porque al principio que comienza esta purgación espiritual este divino fuego se centra especialmente sobre todo en enjugar y disponer la madera del alma que en calentarla, pero ya avanzando el tiempo, cuando este fuego va calentando el alma, muy de ordinario el alma siente esta inflamación y calor de amor.

Aquí, como se va más purgando el entendimiento por medio de esta tiniebla, ocurre que algunas veces esta mística y amorosa teología (nota del actualizador: podría interpretarse también como "conocimiento"), juntamente con inflamar la voluntad hiere también ilustrando la otra potencia del entendimiento con alguna comunicación y lumbre divina, tan sabrosa y sutilmente que, ayudada de ella, la voluntad se afervora maravillosamente ardiendo en ella -sin tener que hacer nada esa misma voluntad- y en ese divino fuego de amor en vivas llamas, de manera que ya al alma le parece ser en sí un mismo vivo fuego por causa de la viva inteligencia que se le da. Y de aquí es aquello que dice David en un salmo (38, 4): "Calentóse mi corazón dentro de mí, y cierto fuego, en tanto que yo entendía, se encendía".

6. Y este entendimiento de amor con unión de estas dos potencias, el entendimiento y la voluntad que aquí se juntan, es cosa de gran riqueza y deleite para el alma. Porque ciertamente es de algún modo un toque en la Divinidad y ya unos principios de la perfección de la unión de amor que espera. Y así, a este toque de tan sublime sentir y amor de Dios no se llega sino habiendo pasado muchos trabajos, penalidades y gran parte de la purgación, mas para otros tipos de toques más bajos -que muy ordinariamente también ocurren- no es menester tanta purgación.

7. De lo que hemos dicho aquí se deduce cómo en estos bienes espirituales, que pasivamente se infunden por Dios en el alma, puede muy bien amar la voluntad sin entender el entendimiento, así como el entendimiento puede entender sin que ame la voluntad. Y es que, pues esta noche oscura de contemplación consta de luz divina y amor, así como el fuego tiene luz y calor no es inconveniente que, cuando se comunica esta luz amorosa, algunas veces hiera más en la voluntad, inflamándola con el amor, dejando a oscuras al entendimiento sin incidir en él con la luz. Y otras veces sin embargo actúa alumbrándole específicamente con la luz dando inteligencia, dejando seca la voluntad, como también ocurre poder recibir el calor de un fuego sin ver su luz, y también ver la luz sin recibir el calor del fuego, y esto obrándolo el Señor que lo infunde como Él desea. [En el orden natural no es posible amar sin previo conocimiento; en cambio, sí es posible en el marco de lo sobrenatural, como enseña aquí el Santo].







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