6. Lo cuarto, sacaremos de aquí cómo del mismo modo que se va purgando y purificando por medio de este fuego de amor, se va la persona más inflamando también en amor, de la misma forma en la que el madero, al modo y paso que se va disponiendo a arder como llamas, se va más calentando. Aunque esta inflamación de amor no siempre la siente el alma, sino algunas veces cuando deja de impactar la contemplación tan fuertemente, porque es entonces cuando tiene lugar en el alma su capacidad de ver y aun de gozar la labor que se va haciendo, puesto que se la descubren como si pareciera que alzan la mano de la obra y sacan al hierro de la hornaza para que se muestre en alguna manera la labor que se va haciendo, y entonces hay lugar para que el alma eche de ver en sí el bien que no veía cuando estaba en pleno proceso la obra. Así también, cuando deja de herir la llama en el madero, se da lugar para que se vea bien cuánto hay inflamándole.
7. Lo quinto, sacaremos también de esta comparación lo que arriba queda dicho, conviene a saber: cómo es en verdad que después de estos alivios vuelve el alma a padecer más intensa y agudamente que antes. Porque, a continuación de aquella muestra, que se hace después que se han purificado las imperfecciones más del exterior, vuelve el fuego de amor a herir en lo que está por consumir y purificar más en el interior. En lo cual es más íntimo y sutil y espiritual el padecer del alma, cuanto le va minando las más íntimas y sutiles y espirituales imperfecciones, que están más arraigadas en lo más profundo. Y esto ocurre al modo que en el madero: cuando el fuego va entrando más adentro, va con más fuerza y furor disponiendo a lo más interior para poseerlo.
8. Lo sexto, se sacará también de aquí la causa por la que le parece al alma que todo bien se le acabó y que está llena de males, pues no le llega en este tiempo otra cosa sino todo amarguras. Así también como al madero, que ni brisa ni otra cosa da en él más que fuego consumidor. Pero, después que se hagan otras muestras de cómo va la obra al estilo de las primeras, gozará más profundamente, porque ya se hizo la purificación más interior.
9. Lo séptimo sacaremos que, aunque el alma se goza muy ampliamente durante estos intervalos (tanto que, como dijimos, a veces le parece que no han de volver más), con todo, cuando han de volver presto estos embistes no deja de sentir cierta angustia si advierte (y a veces ella se hace advertir) una raíz que queda, que no la deja tener el gozo cumplido, porque parece que está amenazando para volver a embestir, y cuando esto es así, presto vuelve. En fin, aquello que está por purgar e ilustrar más profundamente no se puede bien encubrir al alma con lo ya purificado, de la misma manera como también en el madero lo que más adentro está por ilustrar es bien sensible la diferencia que tiene de lo ya quemado, y cuando vuelve a embestir más adentro esta purificación no hay que sorprenderse de que le parezca al alma otra vez que todo el bien se le acabó, y que llegue a pensar que no volverá más a los bienes pues que, puesta en pasiones más interiores, todo el bien de fuera se le cegó.
10. Llevando, pues, delante de los ojos esta comparación con la explicación que ya queda dada sobre el primer verso de la primera poesía de esta oscura noche y de sus terribles propiedades, será bueno salir de estas cosas tristes del alma y comenzar ya a tratar del fruto de sus lágrimas y de sus propiedades dichosas, que se comienzan a recitar desde este segundo verso:
Con ansias en amores inflamada.
CAPÍTULO 11
Se empieza a explicar el segundo verso de la primera poesía, mostrando cómo el alma, por el fruto de estos rigurosos aprietos, se halla con vehemente pasión de amor divino.
1. En este verso se da a entender al alma el fuego de amor que hemos dicho que, a manera del fuego material en el madero, se va prendiendo en el alma en esta noche de penosa contemplación. La cual inflamación, aunque es en cierta manera como la que arriba explicamos que pasaba en la parte sensitiva del alma, es de alguna forma a su vez tan diferente de aquélla como lo es el alma del cuerpo, o la parte espiritual de la sensitiva. Porque ésta es una inflamación de amor en el espíritu en que, en medio de estos oscuros apuros, se siente estar el alma herida de una forma viva y agudamente en fuerte amor divino, en cierto sentimiento y barrunto de Dios, aunque sin entender cosa particular porque, como decimos, el entendimiento permanece a oscuras.
| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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