Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

13.12.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (90)



CAPÍTULO 27.
Se explica en qué consisten el segundo género de revelaciones, las cuales tratan sobre el descubrimiento de secretos y misterios ocultos. También se muestra la manera en que pueden servir para la unión con Dios, y en qué nos pueden dificultar, así cómo el demonio puede engañar mucho en esta materia.


1. El segundo género de revelaciones decíamos que eran las tocantes a la manifestación de secretos y misterios ocultos. Este puede ser de dos maneras:
La primera, acerca de lo que es Dios en sí, y en esta se incluye la revelación del misterio de la Santísima Trinidad y unidad de Dios.
La segunda es acerca de lo que es Dios en sus obras, y en esta se incluyen los demás artículos de nuestra fe católica y las proposiciones que explícitamente acerca de esas obras puede haber de realidades. En las cuales se incluyen y encierran mucho número de las revelaciones de los profetas, de promesas y amenazas de Dios, y otras cosas que habían y han de acontecer acerca de este negocio de fe.
Podemos también incluir dentro de esta segunda manera otros muchos aspectos particulares que Dios ordinariamente revela, así acerca del universo en general, como también en particular acerca de reinos, provincias y estados y familias y personas particulares.
De lo cual tenemos en las Divinas Letras ejemplos en abundancia, así de lo uno como de lo otro, mayormente en todos los Profetas en los cuales se hallan revelaciones de todas estas maneras. Que, por ser cosa clara y evidente, no quiero gastar tiempo en alegarlos aquí, sino decir que estas revelaciones no sólo acontecen de palabra, sino que las hace Dios de muchos modos y maneras: a veces con palabras solas, a veces simplemente por señales, a veces tan sólo por figuras e imágenes y semejanzas, a veces juntamente con lo uno y con lo otro, como también es de ver en los Profetas, particularmente en todo el Apocalipsis, donde no solamente se hallan todos los géneros de revelaciones que hemos dicho, ya que también en él se encuentran los modos y maneras que acabamos de mencionar.

2. De estas revelaciones que se incluyen en la segunda manera, todavía las hace Dios en este tiempo a quien quiere. Porque suele revelar a algunas personas los días que han de vivir, o los trabajos que han de tener, o lo que ha de pasar por tal o tal persona, o por tal o tal reino, etc. Y aun acerca de los misterios de nuestra fe, descubrir y declarar al espíritu las verdades de ellos, aunque en realidad esto no se llama propiamente revelación, por cuanto ya está revelado, antes sería más bien manifestación o declaración de lo ya revelado.

3. Acerca de este género de revelaciones puede el demonio interferir mucho porque, como las revelaciones de este género ordinariamente son por palabras, figuras y semejanzas, etc., puede el demonio muy bien fingir otro tanto, mucho más que cuando las revelaciones los son sólo en espíritu. Y, por tanto, si acerca de la primera manera y la segunda que decíamos, en cuanto a lo que toca a nuestra fe se nos revelase algo novedoso o cosa diferente, de ningún modo hemos de dar el consentimiento, aunque tuviesemos evidencia que aquel que lo decía era un ángel del cielo, porque así lo dice san Pablo (Gl. 1, 8) claramente: "Aunque nosotros o un ángel del cielo os declare o predique otra cosa fuera de la que os hemos predicado, sea anatema".







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