Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

4.11.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (51)



CAPÍTULO 9.
Cómo la fe es el más cercano y proporcionado medio al entendimiento para que el alma pueda llegar a la divina unión de amor. Se explica con aclaraciones autorizadas y figuras de la divina Escritura.


1. De lo dicho se colige que, para que el entendimiento este dispuesto para esta divina unión, ha de quedar limpio y vacío de todo lo que pueda caer en el sentido, y desnudo y desocupado de todo lo que pueda caer directamente en el mismo entendimiento, manteniéndose íntimamente sosegado y acallado, puesto en fe, la cual es por sí sola el más cercano y proporcionado medio para que el alma se una con Dios. Porque es tanta la semejanza que hay entre ella y Dios, que no hay otra diferencia sino ver a Dios o creer en Él. Porque, así como Dios es infinito, así ella nos lo propone infinito; y así como es Trino y Uno, nos lo propone ella Trino y Uno; y así como Dios es tiniebla para nuestro entendimiento, así ella también ciega y deslumbra nuestro entendimiento. Y así, por este solo medio se manifiesta Dios al alma en divina luz, que excede todo entendimiento. Y por tanto, cuanto más fe el alma tiene, más unida está con Dios.
Que eso es lo que quiso decir san Pablo en las palabras que anteriormente expusimos (Heb. 11, 6), diciendo: "El que se ha de unir con Dios, le conviene creer", esto es: que vaya por fe caminando a Él, lo cual ha de ser con el entendimiento ciego y a oscuras y solo guiado por la fe, porque debajo de esta niebla se junta con Dios el entendimiento, y debajo de ella está Dios escondido, según lo dijo David (Sal. 17, 10) por estas palabras: "La oscuridad puso debajo de sus pies. Y subió sobre los querubines y voló sobre las plumas del viento. Y puso por escondrijo las tinieblas y el agua tenebrosa".

2. En lo que dijo que puso oscuridad debajo de sus pies, y que a las tinieblas tomó por escondrijo, y aquel su tabernáculo en derredor de Él es agua tenebrosa, se denota la oscuridad de la fe en que el Señor está encerrado. Y en decir que subió sobre los querubines y voló sobre las plumas de los vientos, se da a entender cómo vuela sobre todo entendimiento. Porque querubines quiere decir inteligentes o contemplantes, y las plumas de los vientos significan las sutiles y levantadas corrientes y conceptos de los espíritus, sobre todas las cuales es su ser, al cual ninguno puede de suyo alcanzar.

3. En figura de lo cual leemos en la sagrada Escritura (3 Re. 8, 12) que, acabando Salomón de edificar el templo, bajó Dios en tiniebla e hinchió el templo de manera que no podían ver los hijos de Israel; y entonces habló Salomón y dijo: "El Señor ha prometido que debe morar en tiniebla". Tambien a Moises en el monte se le aparecía en tiniebla (Ex. 24, 15­18), en que estaba Dios encubierto. Y todas las veces que Dios se comunicaba parecía en densa tiniebla, como es de ver en Job (38, 1; 40, 1), donde dice la sagrada Escritura que habló Dios con él desde el aire tenebroso. Todas estas tinieblas significan la oscuridad de la fe en que está cubierta la Divinidad, comunicándose al alma de forma velada o parcial, como cuando dice san Pablo (1 Cor. 13, 10) "se acabará lo que es en parte" - que es esta tiniebla de fe -, "y vendrá lo que es perfecto", que es la divina luz. De lo cual también tenemos bastante ejemplo en la milicia de Gedeón (Jc. 7, 16), donde todos los soldados se dice que tenían las luces en las manos y no las veían, porque las tenían escondidas en las tinieblas de los vasos, y una vez fueron éstos quebrados fue cuando luego apareció la luz. Y así, la fe, que es figurada por aquellos vasos, contiene en sí la divina luz, la cual colmada y quebrada por la ruptura y fin de esta vida mortal, aparecerá entonces la gloria y luz de la Divinidad que en sí contenía.

4. Luego claro está que, para venir el alma en esta vida a unirse con Dios y comunicar inmediatamente con Él, tiene necesidad de unirse con la tiniebla que dijo Salomón (3 Re. 8, 12) en que había Dios prometido morar, y de ponerse junto al aire tenebroso en que fue Dios servido de revelar sus secretos a Job, y tomar en las manos a oscuras las urnas de Gedeón, para tener en sus manos, esto es, en las obras de su voluntad, la luz, que es la unión de amor, aunque a oscuras en la fe, para que luego, en quebrándose los vasos de esta vida, que sólo impedía la luz de la fe, se vea cara a cara en gloria.

5. Resta, pues, ahora declarar en concreto cómo, de todas las inteligencias y aprehensiones que puede recibir el entendimiento, el impedimento y daño que puede recibir en este camino de fe, y cómo también se ha de desenvolver el alma en ellas para que antes le sean provechosas que dañosas, así de las que son de parte de los sentidos como de las que son del espíritu.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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