5. De esta manera y de otras muchas se llevan a engaño las almas acerca de las locuciones y revelaciones de parte de Dios, por tomar la inteligencia de ellas a la letra y en su exterior. Porque, como ya queda dado a entender, el principal intento de Dios en aquellas cosas es decir y dar el espíritu que está allí encerrado, el cual es dificultoso de entender. Y este es mucho más abundante que la letra y mucho más extraordinario y fuera de los límites de ella. Y así, el que se atare a la letra, o locución, o forma, o figura aprehensible de la visión, no podrá dejar de errar mucho y hallarse después muy corto y confuso, por haberse guiado según el sentido literal de ellas y no haber dado lugar al espíritu en desnudez del sentido interior. "Littera, enim, occidit, spiritus autem vivificat", como dice san Pablo (2 Cor. 3, 6), esto es: "La letra mata y el espíritu da vida". Por lo cual se ha de renunciar a la letra, en este caso, del sentido y quedarse a oscuras en fe, que es el espíritu, al cual no puede apresar el sentido.
6. Por lo cual muchos de los hijos de Israel, porque entendían muy a la letra los dichos y profecías de los profetas, no les salían las cuentas como ellos esperaban, y así las venían a tener en poco y no las creían. Tanto es así que vino a haber entre ellos un dicho público, casi ya como proverbio, escarneciendo a los profetas. De lo cual se queja Isaías (28, 911), diciendo y refiriendo en esta manera: "¿A quién enseñará Dios ciencia? ¿Y a quién hará entender la profecía y la palabra suya? Solamente a aquellos que están ya apartados de la leche y desarraigados de los pechos. Porque todos dicen -es a saber, sobre las profecías-: promete y vuelve y vuelve luego a prometer, espera y vuelve a esperar, espera y vuelve a esperar, un poco allí. Porque en la palabra de su labio y en otra lengua hablará a este pueblo". Donde claramente da a entender Isaías que hacían estos burla de las profecías y decían por escarnio este proverbio de espera y vuelve luego a esperar, dando a entender que nunca se les cumplía, porque estaban ellos asidos a la letra, que es la leche de niños, y al sentido, que son los pechos que contradicen la grandeza de la ciencia del espíritu. Por lo cual dice: "¿A quien enseñará la sabiduría de sus profecías? ¿Y a quien hará entender su doctrina, sino a los que ya están apartados de la leche de la letra y de los pechos de sus sentidos?", que por eso estos no la entienden sino según esa leche la corteza y letra y esos pechos de sus sentidos, pues dicen: "Promete y vuelve luego a prometer, promete y vuelve a prometer, espera y vuelve a esperar", etc. Porque en la doctrina de la boca de Dios y no en la suya, y en otra lengua que no es esta suya, los ha de hablar Dios.
7. Y así, no se ha de mirar en ello nuestro sentido y lengua, siendo conscientes que es otra la de Dios, según el espíritu de aquello muy diferente de nuestro entender y dificultoso de desvelarlo. Y lo es tanto, que aún el mismo Jeremías, con ser profeta de Dios, viendo los conceptos de las palabras de Dios tan diferentes del común sentido de los hombres, parece que también se trastorna él en ellos y que vuelve por el pueblo diciendo (4, 10): "¡Ay, ay, ay, Señor Dios!, ¿por ventura has engañado a este pueblo y a Jerusalen, diciendo: 'Paz vendrá sobre vosotros', y ves aquí ha venido cuchillo hasta el ánima?". Y era que la paz que les prometía Dios era la que había de haber entre Dios y el hombre por medio del Mesías que les había de enviar, y ellos entendían de la paz temporal. Y, por eso, cuando tenían guerras y trabajos, les parecía que Dios les engañaba puesto que les acontecía al contrario de lo que ellos esperaban. Y así decían, como tambien dice Jeremías (8, 15): "Esperando estamos por la paz, y no hay quien dé paz". Por lo tanto era imposible dejarse ellos de engañar, ya que iban gobernándose sólo por el sentido literal.
Porque ¿quién dejará de confundirse y errar si se atara a la letra en aquella profecía que dijo David de Cristo (salmo 71), y en todo lo que dice sobre Él como: "Se ha de enseñorear desde un mar hasta otro mar y desde el río hasta los términos de la tierra", y en lo que en el v12 también dice: "Liberará al pobre del poder del poderoso, y al pobre que no tenía quién lo ayudase", viéndole luego después nacer en bajo estado, y vivir en pobreza, y morir en miseria, y que no sólo temporalmente no se enseñoreó de la tierra mientras vivió, sino que se sujetó a gente baja, hasta que murió debajo del poder de Poncio Pilato, y que no sólo a sus discípulos pobres no los libró de las manos de los poderosos temporalmente, sino que los dejó matar y perseguir por su nombre.
8. Y era que estas profecías se habían de entender espiritualmente de Cristo, según el cual sentido eran verdaderísimas, porque Cristo no sólo era Señor de la tierra únicamente, sino del Cielo, pues era Dios. Y a los pobres que le habían de seguir, no sólo los había de redimir y librar del poder del demonio, que era el potente contra el cual ningún ayudador tenían, sino que los había de hacer herederos del reino de los cielos. Y así hablaba Dios, según lo principal, de Cristo y sus seguidores, que eran reino eterno y libertad eterna, mientras que ellos lo entendían a su modo, prestando atención a lo menos principal, de lo que Dios hace poco caso, que era señorío temporal y libertad temporal, lo cual delante de Dios ni es reino ni libertad.
De donde, cegándose ellos de la bajeza de la letra y no entendiendo el espíritu y verdad de ella, quitaron la vida a su Dios y Señor, según San Pablo (Act. 13, 27) dijo de esta manera: "Los que moraban en Jerusalen y los príncipes de ella no sabiendo quién era ni entendiendo los dichos de los profetas, que cada sábado se recitan, juzgándolo, le mataron" colgándolo de un madero.
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