Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

29.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (45)



CAPÍTULO 6.
Se explica cómo las tres virtudes teologales son las que han de poner en perfección las tres potencias del alma, y cómo en esas tres potencias logran hacer vacío las mencionadas virtudes.


1. Habiendo, pues, de tratar de inducir las tres potencias del alma, a saber: entendimiento, memoria y voluntad, en esta noche espiritual que es el medio de la divina unión, necesario es primero dar a entender en este capítulo cómo las tres virtudes teologales, las cuales son: fe, esperanza y caridad (que tienen respecto a las dichas tres potencias como propios objetos sobrenaturales, y mediante las cuales el alma se une con Dios según sus potencias), hacen el mismo vacío y oscuridad cada una en su potencia en el orden natural: la fe en el entendimiento, la esperanza en la memoria, y la caridad en la voluntad. Y después iremos tratando cómo se ha de perfeccionar el entendimiento en la tiniebla de la fe, y cómo la memoria en el vacío de la esperanza, y cómo tambien se ha de enterrar a la voluntad en la carencia y desnudez de todo afecto para ir a la total caridad, Dios. Una vez hecho esto se verá claro cuánta necesidad tiene el alma, para ir segura en este camino espiritual, de ir por esta noche oscura apoyada de estas tres virtudes, que la vacían de todas las cosas y oscurecen en ellas. Porque, como hemos dicho, el alma no se une con Dios en esta vida por el entender, ni por el gozar, ni por el imaginar, ni por otro cualquier sentido, sino sólo por la fe según el entendimiento, y por la esperanza según la memoria, y por el amor según la voluntad.

2. Esas tres virtudes hacen, como hemos dicho, vacío en las potencias: la fe en el entendimiento, vacío y oscuridad de entender; la esperanza hace en la memoria vacío de toda posesión; y la caridad, vacío en la voluntad y desnudez de todo afecto y gozo de lo que no sea Dios.
Porque la fe ya vemos que nos dice lo que no se puede entender con el entendimiento. Por lo cual san Pablo escribe de ella en Hebreos (11, 1) de esta manera: "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve", que a nuestro propósito quiere decir que la fe es sustancia de las cosas que se esperan. Y aunque el entendimiento con firmeza y certeza logra admitirlas, no son cosas que al entendimiento se le descubran, porque si se le descubriesen entonces no sería fe la cual, aunque le hace creer en la certeza al entendimiento, no se la muestra de una manera clara y patente, sino oscura.

3. En cuanto a la esperanza no hay duda que también pone a la memoria en vacío y tiniebla de lo de acá y de lo de allá. Porque la esperanza siempre es de lo que no se posee puesto que, si se poseyese, ya no sería esperanza. De donde san Pablo dice en Romanos (8, 24): "Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?". Luego también hace vacío esta virtud, pues es de lo que no se tiene, y no de lo que se tenga o se posea.

4. Respecto a la virtud de la caridad, hace vacío en la voluntad de todas las cosas, pues nos obliga a amar a Dios sobre todas ellas, lo cual no puede ser sino apartando el afecto de todas ellas, para ponerlo entero en Dios, ya que incluso amamos a nuestros hermanos no al modo humano, sino en Dios y por Dios. De donde dice Cristo por san Lucas (14, 33): "El que no renuncia a todas las cosas que posee con la voluntad, no puede ser mi discípulo". Y así todas estas tres virtudes ponen al alma en oscuridad y vacío de todas las cosas.

5. Y respecto a esto es conveniente mostrar aquella parábola que nuestro Redentor dijo por san Lucas a los discípulos (v. 5), en que dijo que el amigo había de ir a la media noche a pedir los tres panes a su amigo, los cuales panes significan estas tres virtudes. Y dijo que a la media noche los pedía, para dar a entender que el alma a oscuras de todas las cosas, según sus potencias, ha de adquirir estas tres virtudes y en esa noche se ha de perfeccionar en ellas. En el capítulo sexto de Isaías (v. 2) leemos que los dos serafines que este profeta vio a los lados de Dios, cada uno con seis alas, con las dos cubrían sus pies, que significaba cegar y apagar los afectos de la voluntad acerca de todas las cosas para con Dios; y con otras dos cubrían su rostro, que significaba la tiniebla del entendimiento delante de Dios; y que con las otras dos volaban, para dar a entender el vuelo de la esperanza a las cosas que no se poseen, levantada sobre todo lo que se puede poseer de acá y de allá, ignorando todo lo que esté fuera de Dios.

6. A estas tres virtudes, pues, hemos de inducir las tres potencias del alma, impregnando a cada cual en cada una de ellas, desnudándola y poniendola a oscuras de todo lo que no fueren estas tres virtudes teologales. Y esta es la noche espiritual que antes llamamos "activa", porque el alma hace lo que es de su parte para entrar en ella. Y así como en la noche sensitiva decíamos el modo de vaciar las potencias sensitivas de sus objetos visibles según el apetito sensual, para que el alma saliese de su influencia al medio en el que moverse, que es la fe, así en esta noche espiritual daremos, con el favor de Dios, la manera en cómo las potencias espirituales se vacíen y purifiquen de todo lo que no es Dios y se queden puestas en la oscuridad de estas tres virtudes, que son el medio, como hemos dicho, y la disposición para la unión del alma con Dios.

7. De esta manera podremos lograr toda seguridad contra las astucias del demonio y contra la influencia del amor propio y sus ramificaciones, que es lo que sutilísimamente suele engañar e impedir el camino a los espirituales, por no saber ellos desnudarse, gobernándose según estas tres virtudes, y así nunca acaban de dar en la sustancia y pureza del bien espiritual, ni van por tan derecho camino, de una forma más acertada y breve como podrían ir.

8. Ha de tenerse en cuenta que ahora voy refiriéndome específicamente con los que han comenzado a entrar en estado de contemplación, porque con los principiantes se ha de tratar todo esto algo más profundamente, como haremos en el libro segundo, Dios mediante, cuando tratemos de los aspectos más avanzados.







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