Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

27.10.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (43)



CAPÍTULO 5.
Se explica lo que se considera unión del alma con Dios, añadiendo alguna comparación.


1. Por lo que hasta ahora hemos comentado en alguna manera se da ya a atisbar lo que aquí entendemos por unión del alma con Dios, y por eso se comprenderá aquí mejor lo que digamos de ella. Y no es ahora mi intento el tratar de las diversas formas, partes y aspectos que componen esa unión, porque sería un nunca acabar si ahora me pusiese a explicar la unión del entendimiento, y cuál según la voluntad, y cuál tambien según la memoria, y cuál la transitoria, y cuál la permanente en las dichas potencias; y además añadir asimismo cuál es la que totalmente lo transita o la permanente según las mencionadas potencias unidas entre sí. De eso a cada paso iremos tratando en el texto, ahora de lo uno, ahora de lo otro, pero en este momento no hace al caso para dar a entender lo que aquí hemos de decir de ellas, por lo que mucho más adecuadamente se abordará ello en su propio lugar cuando, yendo a tratar de la misma materia, tengamos el ejemplo vivo junto al entendimiento presente, y allí se notará y entenderá cada cosa y se juzgará mejor de ella.

2. Ahora sólo trato pues de esta unión total y permanente según la sustancia del alma y sus potencias en cuanto al hábito oscuro de unión; porque en cuanto al acto, después diremos, con el favor divino, cómo no puede haber unión permanente en las potencias en esta vida, sino tan sólo transitoria.

3. Para entender, pues, cuál es esta unión de la que vamos tratando, es de saber que Dios, en cualquier alma, aunque sea la del mayor pecador del mundo, mora y asiste de una forma sustancial. Y esta manera de unión siempre está hecha entre Dios y todas las criaturas, en la cual les está conservando el ser que tienen de manera que si de esta asistencia les faltase, acabarían aniquilados y dejarían de ser. Y así, cuando hablamos de unión del alma con Dios, no hablamos de esta sustancial, que siempre está hecha y efectiva, sino de la unión y transformación del alma con Dios, que no está siempre hecha, sino sólo cuando viene a haber semejanza de amor. Y, por lo tanto, ésta unión natural se llamará "unión de semejanza", así como aquella se la denomina "unión esencial o sustancial". La primera es natural; la segunda sobrenatural, la cual es cuando las dos voluntades, conviene a saber, la del alma y la de Dios, forman un uno conforme, no habiendo en la una cosa que repugne ni repela a la otra. Y así, cuando el alma quitare de sí totalmente lo que repugna y no se conforma con la voluntad divina, quedará transformada en Dios por amor.

4. Esto se entiende, no sólo lo que repugna según el acto, sino también según el hábito. De manera que no sólo a de estar apartada de los actos voluntarios de imperfección, sino también de los hábitos de esas cualesquiera imperfecciones, los cuales ha de aniquilar. Y por cuanto toda criatura cualquiera, todas las acciones y habilidades de ellas no abarcan ni llegan a lo que es Dios, por eso se ha de desnudar el alma de toda criatura y acciones y habilidades suyas, conviene a saber: de su entender, gustar y sentir, para que, echado todo lo que es disímil y disconforme a Dios, venga a recibir semejanza de Dios, no quedando en ella cosa que no sea voluntad de Dios, y así se transforma en cierto modo en Dios.
De donde, aunque es verdad que, como habemos dicho, está Dios siempre en el alma dándole y conservándole el ser natural de ella con su asistencia, sin embargo no siempre la comunica el ser sobrenatural. Porque este no se comunica sino por amor y gracia, en la cual no todas las almas están y las que están, no en igual grado, porque unas están en más, otras en menos grados de amor, lo mismo que la gloria no es igual para todas. De donde a aquella alma se comunica Dios más porque está más aventajada en amor, lo cual es tener más conforme su voluntad con la de Dios. Y la que totalmente la tiene conforme y semejante, totalmente está unida y transformada en Dios sobrenaturalmente.
Por lo cual, según ya queda dado a entender, cuanto una alma más vestida está de criaturas y habilidades de ella misma, según el afecto y el hábito y costumbres, tanto menos disposición tiene para la tal unión, porque no da total lugar a Dios para que la transforme en lo sobrenatural. De manera que el alma no tiene que hacer más que desnudarse de estas contrariedades y disimilitudes naturales para que Dios, que se le está comunicando naturalmente por su propia naturaleza, se le comunique sobrenaturalmente por gracia.







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