Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

13.2.21

Consuelos de las almas del Purgatorio



Los autores místicos que han escrito sobre el Purgatorio se dividen en dos grandes pareceres, según el espíritu y modo de juzgar de cada uno. Los unos, llevados sin duda del deseo de alejar a los hombres del pecado mediante la escueta y tremebunda representación de los castigos, han querido insistir en la severidad de la justicia divina, sin que en sus escritos se columbre apenas un rayo de luz que atempere tan aterradora austeridad.

Los otros se han ocupado especialmente de los sentimientos que animan a las benditas almas en medio de sus indecibles quebrantos, y estudiada la cuestión bajo este punto de vista, se esfuerzan en demostrar que aquel báratro de calamidades no es del todo ajeno a los consuelos. No pudiéndose concluir de aquí que en estas dos escuelas reine la contradicción, como quiera que en lo esencial no hay entre ellas divergencias, consideraremos una y otra tendencia bajo un aspecto benigno sí, pero manteniendo en pie el imprescindible rigor, a fin de no inferir ofensa a los sacrosantos fueros de la justicia.




El primer consuelo que nosotros creemos tendrán las almas del Purgatorio es el de verse confirmadas en gracia, el conocimiento de su impecabilidad, y la seguridad de su salvación; en lo cual preciso es confesar que nos llevan mucha ventaja, pues nosotros fluctuamos en un mundo de dudas, no habiendo trabajo ni cruz más pesada para un alma que se preocupa de los destinos de ultratumba que la incertidumbre de su eterna felicidad.

Este feliz estado de gracia da a conocer a las almas lo mucho que Dios las ama, por más que las castigue, y esto mismo las infunde alientos para padecer de muy buena voluntad, considerando de una parte lo infinitamente digno que es Dios de ser amado y servido de sus criaturas, y de la otra los castigos que merece quien se atreve a ofenderle; y que los suyos, los castigos del alma, sobre ser sumamente justos, todavía resplandece en ellos la más grande misericordia. Con esta persuasión están las almas tan resignadas en el Purgatorio, que en manera alguna desean salir de allí hasta tanto que se cumpla el plazo dispuesto por su amantísimo Dios.

Así lo confesó aquel difunto resucitado por San Estanislao, como contábamos en anteriores conferencias, el cual preguntado si deseaba vivir algún tiempo más, contestó que no, pues prefería volver al Purgatorio con la certeza que en él tenía de su salvación, a vivir en la incertidumbre que tenemos en la tierra.

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