Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

5.6.19

Oración de Santo Tomás de Aquino para después de comulgar


Os doy gracias, Señor, Padre Santísimo y Todopoderoso, Dios Eterno, que sin ningún mérito de mi parte, sino solo por Vuestra misericordia, habéis querido saciarme con el sagrado Cuerpo y preciosa Sangre de Vuestro Hijo, nuestro Señor Jesucristo, aunque no soy más que un indigno pecador, y un siervo inútil.

Os suplico que esta comunión no sea cargo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable de perdón; que se anime mi fe, que se confirme mi voluntad en el bien, y me purifique de todos mis pecados; que aumente en mí la caridad, la paciencia, la humildad, la confianza, la mansedumbre, la obediencia, y todas las virtudes; que me defienda contra todos mis enemigos visibles e invisibles; que me una fuerte y únicamente a Vos, que sois mi Dios, y que me conduzca felizmente a la dichosa eternidad.

Hacedme la gracia, Os ruego, de que entre, aunque pecador, al festín inefable, en donde con Vuestro Hijo y el Espíritu Santo, sois la verdadera luz, la entera satisfacción, la alegría eterna, la felicidad verdadera, la dicha consumada de Vuestros escogidos.

Os lo pido por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Así sea.