¡Madre del Carmelo! Vengo a tus plantas lleno de gozo y de esperanza.
De gozo, porque sé que tu escapulario es "el canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias y de favores sobre el mundo; el bendito vestido espiritual que protege a los hombres por los difíciles caminos de la vida; el áncora de salvación en las múltiples borrascas espirituales y temporales; el escudo defensor en las luchas contra los enemigos del alma y contra los peligros del cuerpo".
Y de esperanza, porque tu Escapulario es "señal segura de predestinación; garantía de un feliz éxito en el tránsito a la eternidad; llave que abre las puertas del cielo", pues como Tú misma dijiste: "El que muera con mi Escapulario no se condenará".
Yo sé, Madre, que "Tú eres siempre el camino que conduce a Cristo y que todo encuentro contigo no puede menos de terminar en encuentro con Cristo mismo".
Tú conociste, Madre, las penas y tribulaciones de aquí abajo, la fatiga del trabajo cotidiano, las incomodidades y estrecheces de la pobreza y los dolores del Calvario.
Por eso acudo a Ti, Madre del Carmen, en esta Novena, "para que socorras las necesidades de la Iglesia y del mundo, escuches benignamente los clamores de paz que a Ti se elevan desde todos los confines de la tierra, ilumines a los que rigen los destinos de los pueblos y obtengas de Dios la paz verdadera que se funda sobre las bases sólidas y duraderas de la justicia y el amor", también por mis necesidades, por las almas del purgatorio y por nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.
DÍA 7.°
LOS PAPAS Y EL ESCAPULARIO DE LA ORDEN CARMELITANA
Desde hace siglos los Pontífices han ido elogiando la devoción del Santo Escapulario como auténtica devoción mariana y fuente de abundantes frutos espirituales. La han favorecido con numerosas indulgencias y la han recomendado. En fin, han visto en el Escapulario un signo legítimo de consagración a María.
Del Escapulario del Carmen escribió el Papa León XIII: "La misma nobleza de su origen, su venerada antigüedad, su extraordinaria propagación entre el pueblo cristiano desde hace tantos siglos, así como los saludables efectos de piedad obtenidos por él y los insignes milagros obrados por su virtud, lo recomiendan admirablemente".
El día del Carmen de 1917, en plena guerra mundial, Su Santidad Benedicto XV terminaba así su elocuente discurso a los seminaristas de Roma: "Tened todos un mismo lenguaje y un arma común: el lenguaje, las sentencias del Evangelio; el arma, el Escapulario de la Virgen Carmelitana".
En estos últimos tiempos en que la Iglesia se esfuerza por presentar al mundo puros valores del Espíritu, medios eficaces de santidad, normas sólidas de vida cristiana, el Escapulario del Carmelo ha sido colocado en la cima de la piedad cristiana. Pío XII y Pablo VI lo han recomendado particularmente como símbolo acomodado a todas las mentes y pueblos, capaz de expresar y estimular las cualidades morales y espirituales que han de ordenar el corazón devoto de la Madre celestial.
El Papa Juan XXIII decía: "Por medio del escapulario yo pertenezco a vuestra familia del Carmelo, y aprecio muchísimo esta gracia como seguridad de una especialísima protección de María".
(Pídase ahora la gracia que se quiere conseguir de nuestra Madre Carmelitana en esta novena).
SALUTACIONES
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por habernos dado tu escapulario, llave de oro para abrir las puertas del cielo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por haberme vestido con tu santo escapulario, prenda segura de salvación.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu escapulario, canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias sobre el mundo.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu Escapulario, protección segura contra los peligros del alma y del cuerpo.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu promesa: "En la vida protejo, en la muerte ayudo y después de la muerte salvo".
Dios te salve María..., y Gloria...
SÚPLICA
Acordaos, oh Virgen del Monte Carmelo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que visten devotamente vuestro santo escapulario haya dejado de experimentar vuestra protección y auxilio en la vida y en la muerte. Animado yo con esta confianza acudo a Vos, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia. No desechéis mis súplicas, oh Madre de los carmelitas; antes bien, oídlas y atendedlas amorosamente presentándolas ante el trono de vuestro divino Hijo Jesús para que sean favorablemente despachadas. Así sea.
Oficiante: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN FINAL
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen María, Madre y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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