Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

29.7.18

De las virtudes y de los vicios: Vileza


La Vileza es hija de la Cobardía y de la Traición. Este es un vicio muy bajo y rastrero que lleva en su seno la Falsedad y la Hipocresía. La Vileza es cobarde y es traidora, y siempre se alberga en el fondo de las almas que se arrojan por la precipitada corriente de los vicios llegando hasta la Vileza, abrazando todo lo bajo, degradante y abyecto del mal sin repugnancia, pues han descendido hasta tal grado.

La vileza hace perder al hombre la dignidad, y al hombre sin dignidad no le importa arrojarse en el fangoso cieno y al lodazal más inmundo de los vicios. La Vileza hace perder al hombre su propia estimación, y lo pone al nivel de los brutos animales. ¡A tan extremo grado llega el hombre a quien la Vileza ha poseído! ¡Desgraciado!, lleva en su alma grabada la imagen de su Dios y Señor y la borra con el inmundo lodo de sus vicios.




La Dignidad y la propia estimación son virtudes en el sentido recto y ordenado que hacen que el hombre se reconozca hijo de Dios y heredero de su gloria con las atribuciones dignas de tan sublime fin y alta filiación. Esta clase de Dignidad y Estimación propia que hace que el hombre se lance en pos de las virtudes, es recta y santa. Pero el hombre tergiversa este ordenado fin, y toma la Dignidad y Estimación propia atribuyéndosela a sí mismo y a sus merecimientos, ensoberbeciéndose; y lo que de una manera es virtud, el hombre lo trueca en vicio, capital y extensivo a otros muchos vicios. La verdadera Dignidad y Estimación propia, consiste en el cumplimiento santo y ordenado de los deberes religiosos y sociales. Esta clase de estimación y conocimiento del principio y del fin del hombre santifica al alma, lo cual lejos de ensoberbecerla por la grandeza que ha recibido de su Dios, hace que se humille y más se humille al reconocer su propia impotencia y debilidad, de cuya humillación y conocimiento propio le resultan infinitos bienes que lo conducirán a la felicidad de la eternidad.

Esto es lo que viene la Vileza a matar en el corazón del hombre, el sentimiento santo de su grandeza y dignidad, arrojándolo entre las bestias de sus pasiones y apetitos desenfrenados. ¡Oh Vileza abominable que haces al hombre indigno de su dignidad! Yo te detesto, alejando hasta de su sombra el alma pura, limpia y digna del título de cristiana.

La Vileza nunca asoma su cabeza en el alma pura. Es vicio de pecadores, que habiendo encallecido sus corazones en el vicio, viven de la Traición y de la Hipocresía. Muy cobarde tiene que ser el tal vicio que así esconde su cabeza dentro de los pliegues de tan odiosos compañeros.

El remedio contra la Vileza es la conservación purísima de la dignidad de cristianos, con los medios prácticos para llevar dignamente tan gran título. La Limpieza y Pureza de alma son los preservativos de tan grande mal.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com