Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

28.5.18

De las virtudes y de los vicios: Obstinación


La Obstinación nace de la malicia infame y lleva en sus venas el veneno de la impureza, de la lujuria y, sobre todo, de la soberbia más crecida.

Lleva el germen del mismo infierno; y generalmente, a no ser que una gracia muy especial la quebrante, la impenitencia final y la condenación es su fin.

Es la obstinación vicio del corazón impuro y orgulloso.




No ve ese Vicio porque no tiene luz; y no la tiene, porque vive envuelto en la negrura de los pecados que más ciegan el entendimiento y que cortan toda gracia sobrenatural para el alma, puesto que la apartan de Dios, dándole la muerte con la culpa mortal. La gracia jamás ilumina al corazón obstinado.

La obstinación es un vicio horrible que apaga la luz de la fe sin volver a vislumbrarla el alma.

Hay incrédulos que llegan a humillarse y con esto, a salvarse; pero el alma obstinada jamás se humilla, sino que, perseverando en su pecado, levanta la cerviz contra su Dios y Señor y al fin muere aplastada con la ceguera más espantosa, pasando luego a otra tenebrosa noche del infierno.

Y esta osbtinación es un castigo más bien que un vicio, castigo terribilísimo de mi Justicia para con las almas impuras, maliciosas y soberbias.

También hay obstinación en la vida espiritual, por la cual las almas igualmente se condenan. Esta obstinación tiene parecido con la de los pecadores, porque se apoya también en la soberbia, aunque en diversos puntos. El alma que se obstina en su juicio propio, que no se detiene en el mal camino de los embustes de Satanás y que no hace caso de los avisos que la gracia particular y oportuna le ha enviado, y que por su dureza y capricho continúa en su torcida carrera, aun cuando se le enseñe la luz, esta alma, se perderá y se hundirá más tarde en espantosos vicios.

Que se detengan las almas, que miren bien el terreno que pisan, examinando detenidamente su marcha para que no caigan.

Humildad profundísima, obediencia ciega, pureza angelical y crucifixión: estos son los puntos cardinales de toda vida espiritual sólida y las palancas potentes que deben sostenerla bajo mi sombra. Que examinen estos puntos las almas religiosas, que si sobre ellas giran, estarán muy lejos de la Ofuscación y de la Obstinación.

v. Concepción Cabrera de Armida | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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