Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

26.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (190)



2. Pero fue dichosa ventura en esta alma el que Dios en esta noche le adormeciese toda la gente doméstica de su casa, esto es, todas las potencias, pasiones, afecciones y apetitos que viven en el alma sensitiva y espiritualmente, para que ella, sin ser notada, esto es, sin ser impedida de estas afecciones, etc., (por quedar ellas adormecidas y mortificadas en esta noche, en que las dejaron a oscuras para que no pudiesen notar ni sentir a su bajo modo natural e impidiesen con ello al alma el salir de sí y de la casa de la sensualidad) llegase a la unión espiritual de perfecto amor de Dios.

3. ¡Oh, cuán dichosa ventura es poder el alma librarse de la casa de la sensualidad! Es algo que sólo lo puede entender, a mi ver, el alma que ha gustado de ello. Porque esa alma verá claro cuán mísera servidumbre era la que tenía y a cuántas miserias estaba sujeta cuando lo estaba a la obra de sus potencias y apetitos, y conocerá cómo la vida del espíritu es verdadera libertad y riqueza que trae consigo bienes inestimables, como iremos notando algunos de ellos en las siguientes estrofas, en las cuales se mostrará más claramente cuánta razón tiene el alma de cantar por dichosa ventura el paso de esta horrenda noche que acabamos de decir.


CAPÍTULO 15

Se muestra la segunda poesía y su explicación.


Canción 2ª:

A oscuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.


Explicación:

1. Va el alma cantando en esta poesía todavía algunas propiedades de la oscuridad de esta noche, repitiendo la buena dicha que le llegó con ellas. Las dice además, respondiendo a cierta objeción tácita, para que no se piense que, por haber en esta noche y oscuridad pasado por tanta tormenta de angustias, dudas, recelos y horrores como se ha dicho, corría por eso más peligro de perderse, porque antes en la oscuridad de esta noche se ganó -y no se perdió- dado que en ella se libraba y escapaba sutilmente de sus contrarios, que le impedían siempre el paso, porque en la oscuridad de la noche iba mudado el traje y disfrazada con tres libreas y colores que después diremos. Y por una escala muy secreta -que ninguno de la casa conocía la cual, como también en su lugar notaremos, no es más que la viva fe-, salió tan encubierta y en celada para poder realizar correctamente su tarea, de tal forma que no podía dejar de ir muy segura en estas acciones, mayormente estando ya en esta noche purgativa los apetitos, afecciones y pasiones, etc. de su ánima adormecidos, mortificados y apagados, que son los que, cuando estaban despiertos y vivos, no se lo consintieron. Se sigue, entonces, el verso, y dice así:


A oscuras y segura.


CAPÍTULO 16
Se muestra el primer verso de la estrofa y se explica cómo, yendo el alma a oscuras, va segura.


1. La oscuridad de la que el alma habla aquí ya hemos mencionado que es respecto de los apetitos y potencias sensitivas, interiores y espirituales, por cuanto todas se oscurecen de su natural lumbre en esta noche con objeto de que, purgándose respecto a ellas, puedan ser ilustradas en lo que toca a lo sobrenatural. Porque los apetitos sensitivos y espirituales están adormecidos y amortiguados sin poder gustar de cosa ni divina ni humana; las afecciones del alma, oprimidas y apretadas, sin poderla mover a ella ni hallar apoyo en nada; la imaginación, atada, sin poder hacer algún discurso de bien; la memoria, anulada; el entendimiento, entenebrecido, sin poder entender cosa, y de aquí también la voluntad seca y apretada, y todas las potencias vacías e inútiles y, sobre todo esto, una espesa y pesada nube sobre el alma, que la tiene angustiada y ajenada de Dios. De esta manera de oscuridad dice aquí el alma que iba segura.

2. La causa de esto está bien declarada y es que, ordinariamente, el alma nunca yerra sino por sus apetitos o sus gustos, o sus discursos, o sus inteligencias, o sus afecciones e imaginaciones. Esto es así dado que de ordinario en estos recursos excede o falta, o varía o desatina, o da en algo y se inclina en lo que no conviene. Por lo cual, impedidas todas estas operaciones y movimientos, claro está que queda el alma segura de errar en ellos, porque no sólo se libra de sí (nota del actualizador: de sus enemigos internos, o sea, la carne), sino también de los otros enemigos, que son mundo y demonio, los cuales apagadas las afecciones y operaciones del alma no le pueden hacer guerra por otra parte ni de otra manera.







| Preparación: Oratorio Carmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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