El verdadero creyente y fiel seguidor de Cristo, deseoso, como debe suponerse, de su adelantamiento espiritual y su avance en esta senda, debe hacer con regularidad el examen particular.
Este examen se debe llevar sobre el defecto dominante que uno quiere combatir, o sobre la virtud especial que se desea adquirir.
1º.: Por la mañana se toma una firme resolución de trabajar, o en destruir aquel vicio, o en adquirir esta virtud.
2º.: Hacer al medio día un momento de reflexión sobre este punto, objeto del examen, para ver si ha sido fiel o si ha faltado durante la mañana, y luego hacer un acto fervoroso de contrición de las faltas cometidas.
3º.: Practicar lo mismo por la noche, al mismo tiempo que se hace el examen general de conciencia de las faltas de todo el día.
Quienes tengan poco tiempo libre, podrán hacer su examen particular recogiéndose por el tiempo de una Ave María.
Con una simple mirada a la conciencia se dará cuenta del estado de su alma, y se levantará o fortificará para el resto del día.