Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

12.4.18

El diario de Santa Gemma que Satanás intentó destruir


El diario de Santa Gemma Galgani fue escrito por orden de su confesor, la santa no quería hablar de sí misma, y le costó bastante esfuerzo poder escribir en el diario sus sentimientos y sus diferentes vicisitudes en pos de la santidad. Cuando terminó de escribirlo, antes de enviarlo a su director espiritual (el reverendo Germán), decidió guardarlo -en aquellos tiempos el correo no era lo que es hoy en día, y esperaban la ocasión propicia para entregárselo-, y lo guardó en una cómoda, escondido en un cajón cerrado.

Al poco tiempo después, algún espíritu maligno, consciente del beneficio que tendría para las almas un tesoro espiritual de tal magnitud, decidió intervenir y un día tal como solía hacer este ser maligno, porque eran habituales sus ataques, incluso físicos, a Santa Gemma, le dijo estas palabras: "¡Guerra, guerra! ¡Tu libro está en mis manos!".




La joven santa no le dio mas importancia, porque para ella ya se habían convertido casi en cotidianas ese tipo de burlas, pero se lo comunicó a su director. Éste sacerdote, el reverendo Germán, lo cuenta así:

"El manuscrito de Gema, ya terminado, le fue entregado por orden mía a la madre adoptiva de Gema, la señora Cecilia Giannini, quien lo guardó escondido en una cómoda esperando la primera oportunidad para serme entregado. Pasaron algunos días y Gema pensó que había visto al demonio pasar a través de la ventana del cuarto donde la cómoda estaba, riéndose, y después desapareciendo en el aire. Acostumbrada como estaba a tales apariciones, no le dio importancia. Pero él, habiendo regresado poco después de molestarla, como pasaba frecuentemente, con tentaciones repulsivas y habiendo fracasado con ellas, se fue rechinando los dientes y declarando exultantemente: '¡Guerra, guerra! ¡Tu libro está en mis manos!'".

"Debido a la obediencia bajo la que se encontraba hacia su vigilante benefactora, Cecilia Giannini, para decirle cualquier cosa extraordinaria que le pasara, pensó que estaba obligada a decirle lo que había ocurrido. Fueron, abrieron la cómoda y encontraron que el libro ya no estaba ahí. Me escribieron de inmediato, y es fácil imaginar mi consternación por haber perdido tal tesoro. ¿Qué tenía que hacerse? Pensé mucho en esto, y justo entonces, mientras estaba en la tumba del bendito Gabriel de los Dolores, una idea fresca me vino a la cabeza. Resolví exorcizar al demonio y entonces forzarlo a regresar el manuscrito si realmente él lo había tomado. Con mi estola ritual y agua bendita fui a la tumba del bendito Siervo de Dios y ahí, a pesar de estar cerca de cuatrocientas millas de Lucca, pronuncié los exorcismos de forma regular. Dios secundó mi ministerio, y a esa misma hora, el escrito fue regresado a su lugar del que había sido tomado varios días antes, pero ¡en qué estado! Las páginas, de principio a fin, estaban todas ennegrecidas de humo y en partes quemadas como si cada una hubiera sido separadamente expuestas a un fuego intenso, pero no tan quemadas como para destruir la escritura. Este documento, habiendo pasado por el fuego del infierno, está en mis manos. Es un verdadero tesoro, como ya he dicho, de contenido importantísimo que, de haber sido destruido, nunca hubiera llegado a conocerse".

El manuscrito se conserva original en Italia, por los pasionistas, y en él se pueden ver claramente las marcas del humo. Encontrarlo en Internet y en español no es nada fácil, por lo que desde el Oratorio Carmelitano tenemos el privilegio de anunciaros la publicación de este diario, que iremos poniendo durante los próximos días hasta completarlo íntegramente. A continuación, como solemos hacer, lo difundiremos también desde nuestra librería para que se pueda descargar al completo en un único archivo, y que podáis guardar este auténtico tesoro de la cristiandad.


DIARIO DE SANTA GEMA GALGANI
 
 
 
Introducción
Es verdad que nuestra santa joven jamás se propuso escribir de mística; pero al escribir las misteriosas operaciones de la gracia en su alma y los sentimientos más profundos de su corazón por necesidad hubo de ser escritora mística.
 
Nada digamos de los casos, por otra parte muy frecuentes, en que escribía al dictado de su Ángel de la Guarda, o en que arrebatada en éxtasis con la pluma entre los dedos proseguía escribiendo lo que con tan felices momentos le hacía gustar el Señor.
 
Si a esto se añade que entre los escritos de Gema figuran los coloquios pronunciados durante los éxtasis, en gran parte recogidos taquigráficamente por Doña Cecilia y la señorita Eufemia, aparecerá bien claro que poseemos como escritos de Gema un tesoro místico de valor incalculable.
 
La serie de escritos coleccionados hasta el presente es la siguiente:
 
- La Autobiografía o "Libro de los pecados", como lo tituló la sierva de Dios, escrito por orden del Padre Germán, y que consta de unas 100 páginas.
 
- El Diario (que puedes leer a continuación), o sea la descripción de toda su vida espiritual, desde el 19 de julio hasta el 3 de septiembre, compuesto por mandato del mismo Padre Germán. Consta de 119 páginas.
 
- 83 cartas de conciencia al confesor ordinario, monseñor Volpi.
 
- 156 cartas al director extraordinario, Padre Germán de San Estanislao, Pasionista.
 
- 10 cartas a la Madre Josefa, religiosa Pasionista del monasterio de Cornete.
 
- 26 cartas a diversas personas.
 
- Escritos diversos, abarcando unas 85 páginas.
 
- El número de éxtasis recogidos es de unos ciento cincuenta.
 
En cuanto al móvil de los escritos de Gema dejamos ya apuntado que fue la obediencia debida a sus directores espirituales o a las órdenes expresas del cielo.
 
El asunto de los mismos es todo cuanto dice relación con la dirección espiritual; y como nuestra santa joven no quería moverse sino a impulsos de la obediencia, viene a serlo toda su vida.
 
Quien desee conocer a fondo la celestial hermosura del alma de Gema debe acudir como a primera fuente a sus escritos. En ellos verá cual en espejo ternísimo toda la ingenuidad y delicadeza de su espíritu, el afán que ponía por mortificarse, la humildad con que se acusa de involuntarios defectos presentándolos como pecados gravísimos, su extremado empeño por no salirse fuera del sendero trazado por la obediencia, el fervor de su oración y comuniones, los sentimientos de gratitud hacia cuantas personas en algo la favorecían, el ardiente amor a Jesucristo en que se abrasaba, las ansias de padecer que la consumían, el hastío que le producía la tierra y las ansias con que suspiraba por el cielo.
 
También se refleja en semejantes escritos cuanto de grandioso e inefable entraña la vida mística. Con la sencillez característica de lo sublime, escribe esta niña de conversaciones con el cielo y sentimientos ultraterrenos, torturas de mil muertes y deliquios inefables, embriagueces divinas e incendios de caridad, tiernas caricias de ángeles y brutales torturas de demonios, apariciones celestiales y revelaciones de las conciencias, sacrificios heroicos y vocación al apostolado de la sangre. Lo sobrenatural aparece en la pluma de Gema lo más natural del mundo y lo ordinario cede habitualmente su puesto a lo extraordinario.
 
Después de cuanto llevamos dicho sobre estas materias parece superfluo detenernos aquí a declarar la exactitud y precisión con que se explica nuestra santa joven, y sólo nos permitimos preguntar: ¿Es posible que una joven, sin más cultura que la elemental, describa todos los grados de la unión del alma con Dios y muestre en sí todos los variadísimos sentimientos y fenómenos preternaturales que los acompañan, sin haberles experimentado? Evidentemente que no.
 
Concibo yo como más hacedero el fingimiento con éxito de arrobamientos, apariciones celestiales, revelaciones, estigmas y vejaciones diabólicas que componer escritos como los de Gema Galgani. Mientras perduren estos preciosos documentos tendremos a mano una prueba fehaciente de que nuestra Santa joven vivió en tierna y casi habitual comunicación con el cielo.
 
Las condiciones intelectuales de Gema imprimen a sus escritos un sello de verdad y novedad inconfundible. La Civilta Cattolica los ha comparado con los Soliloquios de San Agustín, las Meditaciones de San Bernardo y San Buenaventura, los encendidos deliquios de Santa Catalina de Sena y Santa Magdalena de Pazzis y las obras místicas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa.
 
Nótese, sin embargo, la señaladísima diferencia de que esos Santos fueron Doctores esclarecidos y esas Santas vivieron en un ambiente de cultura mística que les permitió contrastar las operaciones de la gracia en sus almas y clasificar los celestiales carismas con que se veían favorecidas, en tanto que nuestra Gema ignoró los primeros rudimentos de la mística especulativa, y nunca quisieron ilustrarla sus directores sobre la naturaleza de los carismas con que el cielo la favorecía. A estas circunstancias se debe el que sus escritos tengan un aroma de ingenuidad y candor que les presta nuevos encantos.
 
En su vocabulario no caben los términos carisma, éxtasis, arrobamiento, revelación, estigmas, apariciones, cerco diabólico ni, en general, el léxico empleado, entre otros, por Santa Teresa.
 
Sólo una o dos veces, y eso en el éxtasis, aparece la palabra contemplación.
 
Lo que puedan perder los escritos de Gema por la imprecisión de su terminología lo ganan ventajosamente por el fondo de su contenido. Ya sabemos que sus verdaderos maestros, por confesión del Padre Germán, eran el Angel de la Guarda, San Gabriel de la Dolorosa, la Santísima Virgen y el mismo Jesucristo. Nada tiene de extraño la naturalidad con que se adentra en las profundidades de la dogmática y las excelsitudes de la mística. Allí donde los teólogos más esclarecidos necesitan aguzar los filos de su ingenio, y donde muchos de ellos han experimentado la flaqueza de la razón, se desenvuelve esta joven con soltura y acierto sorprendentes.
 
Si la elevación de conceptos nos cautiva en estos escritos, los inflamados latidos que en ellos palpitan nos extasían. La teología encerrada en estas páginas no es la fría y árida de la escuela, sino la sabrosa y encendida del tabernáculo y el Calvario. Penetró Gema en el secreto de los misterios de Dios porque amó a Dios con los ardores de un serafín.
 
Las alas del amor aventajan a las del genio, y quien como Gema ha visto descorrerse ante su espíritu los velos que ocultan a los mortales los misterios del cielo, al propio tiempo que habla de ellos con justeza y exactitud sorprendentes, lo hará también con unción y fuego todavía más sorprendentes.
 
Hasta tal punto hablan los escritos de Gema de su encumbrada santidad y tiernas comunicaciones con el cielo, que muchos a quienes no había persuadido de estas verdades la lectura de la Biografía, depusieron toda duda a la simple lectura de los escritos. Y es que en tales escritos resplandece con claridad meridiana todo el candor, abnegación, delicadeza, elevación y ardores de su espíritu. Quien escribe de los misterios de la gracia y comunicaciones con Dios en la forma que lo hace nuestra santa joven evidentemente ha visto, escuchado y palpado cuanto refiere.
 
Para apreciar debidamente estos escritos téngase también en cuenta las condiciones y forma de redactarlos. "Para Gema -dice el Padre Germán- no había tiempo ni lugar señalado. Por no verse obligada a retirarse en el escritorio cada vez que necesitaba escribir, llevaba consigo una pequeña pluma tintero de viaje, y tomando la primera hoja que le venía a mano, en la cocina, en el patio, en el cuarto de labor, sentada o de pie, trasladaba sobre el papel lo que el corazón le sugería, corriéndole la pluma en la mano con rapidez tan característica, que en menos de un cuarto de hora llenaba tres o cuatro cuartillas de excelente caligrafía y buena forma. Sólo con el director de su alma usó Gema de mayor confianza, pues le enviaba, frecuentemente trazadas sobre irregulares fragmentos de papel, las sublimes cosas que le comunicaba; por manera que al juntarlos era tarea más que difícil a cualquier extraño colegir o descifrar su verdadero sentido".
 
A la rapidez con que Gema redactaba sus cartas debe añadirse el que una vez terminadas jamás las repasaba, por la invencible repugnancia que le producía el ocuparse de sus cosas.
 
Diremos para terminar que el estilo de Gema -aparte cierto gracioso desaliño, consecuencia necesaria de las condiciones en que escribía- es un estilo limpio, terso y trasparente, cual corresponde a una joven de agudo ingenio que ha vivido intensamente lo que describe. Se ha dicho que nunca tendrá mal estilo quien posea una inteligencia clara y robusta y escriba profundamente impresionado. Por ser esto verdad, el estilo de Gema fluye cual surtidor de cristalinas aguas, formando apacibles remansos, bulliciosas cascadas y lluvias de perlas.
 
Los que miran a la santidad como anestesia del sentimiento hojeen por breves momentos las Cartas, Éxtasis y demás escritos de la Sierva de Dios y comprobarán es la pluma en sus manos una lira que llora y canta, ríe y suspira, gime y languidece, truena y fulgura, inflama y extasía, recorriendo en sus sones toda la gama de los sentimientos del corazón.
 
Nada tiene de extraño el que semejantes escritos produzcan admirables efectos de santificación en las almas. Se dan cita en ellos por tan maravillosa manera la naturaleza y la gracia, el candor del niño con los ardores del serafín, el ascetismo y el misticismo, la voz de la criatura con los acentos de Dios, el temor filial del santo con el celo inflamado del apóstol, que se necesita dar muerte a todas las emociones del espíritu y luchar a brazo partido con la gracia para no sentirse dulcemente cautivado.
 
La prueba de ser así la tenemos bien a mano en las admirables conversiones producidas por tales escritos y en los elogios que de ellos ha publicarlo la prensa de todo el mundo.
 
P. Basilio de San Pablo, pasionista.
 
 
Diario de éxtasis de
 
Santa Gemma Galgani
 
Edición y revisión del Oratorio Carmelitano
OratorioCarmelitano.com
 
Del 19 de Julio al 3 de Septiembre de 1900
[El Diario es un cuaderno de 104 páginas que escribió la Santa, por orden de su Confesor ordinario, Monseñor Juan Volpi. Habiendo ido a Luca el P. Germán a primeros de septiembre de 1900, aconsejó al Confesor que suspendiera este trabajo, el que, por lo mismo, termina el 3 de septiembre. Pronto, se dio cuenta el buen Padre de cuántas noticias preciosísimas quedaría privado, y quiso enmendar el hecho mandando a la Santa que escribiera su confesión general o autobiografía. El manuscrito se conserva en la Postulación].

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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